domingo, 9 de febrero de 2025

La heroicidad y la violencia como pilares de la masculinidad en Facundo y el Bandido

 La lectura desde una perspectiva de género utilizando herramientas de la teoría queer y la teoría de sistemas nos permite comprender cómo la construcción de la masculinidad en Facundo y el Bandido se basa en la heroicidad y la violencia, elementos que se refuerzan mutuamente en un sistema social y cultural. Este mandato de virilidad, que se perpetúa hasta nuestros días, se torna perjudicial para la constitución subjetiva de los hombres en el siglo XXI, generando sufrimiento y opresión. Es necesario cuestionar este modelo hegemónico y promover nuevas formas de entender la masculinidad, basadas en el respeto, la igualdad y la diversidad.

Fuente: adaptación de infografia en revista Anfibia

Nos referimos a los textos "Facundo: Civilización y Barbarie" de Domingo Faustino Sarmiento, escrito en 1845; y a "Bandidos" de Eric Hobsbawm escrito en 1969.

Tanto Facundo Quiroga como el bandido social, arquetipos de figuras que desafían el orden establecido, comparten la construcción de su masculinidad en torno a dos ejes centrales: la heroicidad y la violencia. Estos elementos, interrelacionados y reforzados mutuamente, se convierten en los pilares sobre los que se asienta su identidad masculina y su reconocimiento social.

La heroicidad como reafirmación de la masculinidad

La heroicidad, entendida como la capacidad de realizar hazañas extraordinarias y desafiar el peligro, se presenta como un atributo esencial de la masculinidad en ambos personajes. Facundo, el caudillo implacable, es admirado por su valentía en el campo de batalla y su capacidad para imponer su voluntad a través de la fuerza. El bandido social, por su parte, se convierte en un héroe para la comunidad a la que protege, desafiando a los poderosos y redistribuyendo la riqueza.

En ambos casos, la heroicidad se construye en oposición a lo femenino, a lo considerado "débil" o "sumiso". El hombre "verdadero" debe demostrar su virilidad a través de actos de valentía y fuerza, diferenciándose de aquellos que son considerados "menos hombres".

La violencia como herramienta de poder y masculinidad

La violencia, por su parte, se presenta como una herramienta fundamental para ejercer el poder y reafirmar la masculinidad. Facundo utiliza la violencia para imponer su autoridad y mantener el control sobre su territorio. El bandido social, aunque a menudo recurre a la violencia para defender a los oprimidos, también se ve envuelto en situaciones de confrontación y lucha por el poder.

La violencia, en este contexto, no es solo un medio para alcanzar un fin, sino también una forma de demostrar la virilidad. El hombre "verdadero" debe ser capaz de usar la violencia para defender su honor, su propiedad y su posición social.

La teoría queer y la deconstrucción de la masculinidad

La teoría queer, al cuestionar las categorías binarias y las normas de género, nos permite analizar cómo la construcción de la masculinidad en Facundo y el Bandido se basa en la oposición y la exclusión. Al identificar lo masculino con la heroicidad y la violencia, se excluye y se devalúa lo femenino, lo no normativo y lo diverso.

Esta visión limitada y rígida de la masculinidad no solo perpetúa la desigualdad de género, sino que también genera sufrimiento y opresión para aquellos que no se ajustan al modelo hegemónico.

La teoría de sistemas y la interconexión entre violencia y masculinidad

La teoría de sistemas, por su parte, nos ayuda a comprender cómo la violencia y la masculinidad se refuerzan mutuamente en un sistema social y cultural. La violencia se convierte en un mecanismo para mantener el poder y la jerarquía, mientras que la masculinidad se construye en torno a la capacidad de ejercer esa violencia.

Este sistema, que se reproduce a sí mismo a través de instituciones como la familia, la escuela y los medios de comunicación, genera un círculo vicioso de violencia y masculinidad que es difícil de romper.

El mandato de virilidad en el siglo XXI: un lastre para la subjetividad

En el siglo XXI, este mandato de construcción viril que asocia la masculinidad con la heroicidad y la violencia se torna perjudicial para la constitución subjetiva de los hombres. La presión por ajustarse a este modelo hegemónico puede generar sentimientos de frustración, ansiedad y culpa en aquellos que no se sienten identificados con él.

Además, la violencia, que a menudo se presenta como una forma de resolver conflictos y demostrar la virilidad, puede tener consecuencias devastadoras tanto para las víctimas como para los propios hombres que la ejercen.

Es fundamental cuestionar y deconstruir este modelo de masculinidad tóxica que tanto daño ha causado a lo largo de la historia. Promover nuevas formas de entender la masculinidad, basadas en el respeto, la igualdad y la diversidad, es un paso necesario para construir una sociedad más justa y equitativa.

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