La lectura desde una perspectiva de género utilizando herramientas de la teoría queer y la teoría de sistemas nos permite comprender cómo la construcción de la masculinidad en Facundo y el Bandido se basa en la heroicidad y la violencia, elementos que se refuerzan mutuamente en un sistema social y cultural. Este mandato de virilidad, que se perpetúa hasta nuestros días, se torna perjudicial para la constitución subjetiva de los hombres en el siglo XXI, generando sufrimiento y opresión. Es necesario cuestionar este modelo hegemónico y promover nuevas formas de entender la masculinidad, basadas en el respeto, la igualdad y la diversidad.
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Fuente: adaptación de infografia en revista Anfibia |
Nos referimos a los textos "Facundo: Civilización y Barbarie" de Domingo Faustino Sarmiento, escrito en 1845; y a "Bandidos" de Eric Hobsbawm escrito en 1969.
Tanto Facundo Quiroga
como el bandido social, arquetipos de figuras que desafían el orden
establecido, comparten la construcción de su masculinidad en torno a dos ejes
centrales: la heroicidad y la violencia. Estos elementos, interrelacionados y
reforzados mutuamente, se convierten en los pilares sobre los que se asienta su
identidad masculina y su reconocimiento social.
La heroicidad como
reafirmación de la masculinidad
La heroicidad,
entendida como la capacidad de realizar hazañas extraordinarias y desafiar el
peligro, se presenta como un atributo esencial de la masculinidad en ambos
personajes. Facundo, el caudillo implacable, es admirado por su valentía en el
campo de batalla y su capacidad para imponer su voluntad a través de la fuerza.
El bandido social, por su parte, se convierte en un héroe para la comunidad a
la que protege, desafiando a los poderosos y redistribuyendo la riqueza.
En ambos casos, la
heroicidad se construye en oposición a lo femenino, a lo considerado
"débil" o "sumiso". El hombre "verdadero" debe
demostrar su virilidad a través de actos de valentía y fuerza, diferenciándose
de aquellos que son considerados "menos hombres".
La violencia como
herramienta de poder y masculinidad
La violencia, por su
parte, se presenta como una herramienta fundamental para ejercer el poder y
reafirmar la masculinidad. Facundo utiliza la violencia para imponer su
autoridad y mantener el control sobre su territorio. El bandido social, aunque
a menudo recurre a la violencia para defender a los oprimidos, también se ve
envuelto en situaciones de confrontación y lucha por el poder.
La violencia, en este
contexto, no es solo un medio para alcanzar un fin, sino también una forma de
demostrar la virilidad. El hombre "verdadero" debe ser capaz de usar
la violencia para defender su honor, su propiedad y su posición social.
La teoría queer y
la deconstrucción de la masculinidad
La teoría queer, al
cuestionar las categorías binarias y las normas de género, nos permite analizar
cómo la construcción de la masculinidad en Facundo y el Bandido se basa en la
oposición y la exclusión. Al identificar lo masculino con la heroicidad y la
violencia, se excluye y se devalúa lo femenino, lo no normativo y lo diverso.
Esta visión limitada y
rígida de la masculinidad no solo perpetúa la desigualdad de género, sino que
también genera sufrimiento y opresión para aquellos que no se ajustan al modelo
hegemónico.
La teoría de
sistemas y la interconexión entre violencia y masculinidad
La teoría de sistemas,
por su parte, nos ayuda a comprender cómo la violencia y la masculinidad se
refuerzan mutuamente en un sistema social y cultural. La violencia se convierte
en un mecanismo para mantener el poder y la jerarquía, mientras que la masculinidad
se construye en torno a la capacidad de ejercer esa violencia.
Este sistema, que se
reproduce a sí mismo a través de instituciones como la familia, la escuela y
los medios de comunicación, genera un círculo vicioso de violencia y
masculinidad que es difícil de romper.
El mandato de
virilidad en el siglo XXI: un lastre para la subjetividad
En el siglo XXI, este
mandato de construcción viril que asocia la masculinidad con la heroicidad y la
violencia se torna perjudicial para la constitución subjetiva de los hombres.
La presión por ajustarse a este modelo hegemónico puede generar sentimientos de
frustración, ansiedad y culpa en aquellos que no se sienten identificados con
él.
Además, la violencia,
que a menudo se presenta como una forma de resolver conflictos y demostrar la
virilidad, puede tener consecuencias devastadoras tanto para las víctimas como
para los propios hombres que la ejercen.
Es fundamental
cuestionar y deconstruir este modelo de masculinidad tóxica que tanto daño ha
causado a lo largo de la historia. Promover nuevas formas de entender la
masculinidad, basadas en el respeto, la igualdad y la diversidad, es un paso
necesario para construir una sociedad más justa y equitativa.
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