miércoles, 21 de febrero de 2024

40 años de construcción política del campo LGTBIQ+: de la discriminación a la despolitización

 Contenido:

1.- Los años del sida y la cha. Una comunidad de varones gays en la reapertura democrática. 1983 – 2.- Las marchas del orgullo en Bs As como herramienta de denuncia inicialmente y como expresión política más tardíamente. 1993. 3.- El empoderamiento de las compañeras trans en la primera década del XXI. 2003 – 4.- Momento hegemónico del movimiento. La intersección de los feminismos y la identidad trans. La síntesis en la política estatal. Leyes de género y matrimonio igualitario. El plan de ciudadanía de la falgbti. 2013 – 5.- ¿Cuáles ciudadanías de la diversidad sexo - afectiva se han consolidado? La dificultad del compromiso, la individualidad consumista y la despolitización como rasgos emergentes del proceso de inclusión. ¿el futuro: igualdad ó diferencia? 2023.


Nota: el presente artículo fue base para el co dictado de un taller desarrollado por Asociación Trébol en Campo Santo. Ver De la discriminación a la despolitización: sintetizando la construcción política de la comunidad LGBTIQ+ para re pensar políticas públicas de salud en torno a las ets y el hiv - sida en Salta. 

Marcha del Orgullo, Plaza 9 de Julio, Salta. 

 Es objetivo de estas líneas presentar una línea temporal de cuarenta años abordado la construcción de derechos de ciudadanía sexual por parte de la comunidad LGBTIG+ a la que también llamamos de la diversidad sexo afectiva. Lo haremos desde una perspectiva histórica y social con un registro territorial a escala del Estado Nación. Se espera hacer reflexionar sobre el proceso histórico por el que se construyen cuerpos y comunidades específicas, que devinieron actores políticos con movimientos capaces de imponer sentidos culturales precisos frente a la Nación. Y que serán especialmente enfocados en un taller en el que se abordará la salud sexual y reproductiva tanto como las ets y el hiv – sida.

En reiteradas oportunidades entre los concurrentes a actividades ligadas a grupos minoritarios y diferentes, surge la interrogante sobre si mirar la igualdad que los liga a la comunidad o la diferencia que les confiere un rasgo político, el que los fortalecería o los vulneraría, de acuerdo con visiones que confluyen en estos espacios. Vamos a asumir provisoriamente que se trata de una tensión dialéctica.

Vamos a hacer un recorte y rápida esquematización de cuarenta años de historia de construcción política de la comunidad LGBT. Se podría denominarla comunidad de la diversidad sexo afectiva del mismo modo. Para echar luz sobre nuestra posición a cerca que ninguna identidad va desligada del aspecto del amor, como un mecanismo que aceita el compromiso. Y que la capacidad de comprometerse es la condición necesaria también, para darle identidad a otro u otra que está enfrente.

Recortamos cuatro décadas que transcurren de 1983 a 1993, de 1993 a 2003, de 2003 a 2013 y de 2013 a 2023. El proceso de la reapertura democrática corrió con la instalación de un modelo económico concomitante con un dispositivo al que llamamos neoliberalismo. Un dispositivo que construyó las subjetividades de las personas de la comunidad nacional. Proceso que abarca todos los grupos de la sociedad.

Intentamos responder la pregunta a cerca que cómo es la sociedad en esas décadas que hemos recortado. Una comunidad que es la receptora y la constructora de derechos de ciudadanía, con cuerpos que hablan de procesos sociales donde surge la epidemia del hiv – sida hacia mediados de los ’80, la que será asimilada culturalmente y desmitificada recién diez años después.

Hacia 1983 se va saliendo de lo que fue la dictadura y se avanza en la reapertura democrática. La sociedad construye derechos, que son leídos en un cuerpo, un cuerpo físico que es la caja de resonancia en la que se expresan la salud y las problemáticas de cada época. Se trata de una larga lucha para que las y los ciudadanos tengan más derechos. Cuando se sale de la dictadura, lo que hoy llamamos comunidad de la diversidad, estaba básicamente constituida por varones gays, porque las mujeres trans no tenían visibilidad y eran poco consideradas. Todavía en esos años se consideraban patologías a cualquiera de las diversidades del deseo sexual. En la dictadura no existía la noción de derechos de las mujeres.

En los 80 la vida pública era básicamente de los varones. Tal es así que son varones gays los que salen a luchar por los derechos en los momentos iniciales del hiv con las instituciones dictatoriales fuertes todavía aunque ya en un proceso democrático. Empiezan a organizarse lugares de encuentro y esparcimiento para la comunidad. Las políticas de disciplinamiento y control sobre los diferentes eran muy duras porque todavía se les consideraba una enfermedad y había todo un dispositivo que llevaba a la propia policía, jueces y médicos, a una discriminación muy dura. Era una época de mucho sufrimiento por la discriminación.

Diez años después hacia 1993 se organiza la Primera Marcha del Orgullo Gay en Capital Federal. Desde entonces el vector político más visible del proceso de construcción de derechos de la comunidad.

En Salta las Marchas del Orgullo comienzan en 2003, diez años después que en Bs. As. Y en los municipios, mucho más tarde hacia 2015 y 2020. La evolución de las marchas marca de varias maneras la evolución de los derechos y de la visibilidad de la comunidad lgbtiq+.  

La comunidad trans empezó a empoderarse por aquellos años en que iniciaban las marchas. La corporalidad de las mujeres, y más tardíamente de los varones trans tiene un gran potencial político por su visibilidad. En Argentina es inédito lo que lograron, comparable a la construcción de la figura de los desaparecidos en la dictadura militar por razones políticas. Fue en esa década del 93 al 2003 que las mujeres trans se aliaron con las feministas que estaban en las universidades lo que desemboco en un momento hegemónico durante la próxima década con la sanción de leyes sustantivas para la continuidad de las luchas. Un momento hegemónico que consiguió cambiar y crear en Latinoamérica códigos culturales y leyes que hicieron posible nuevas formas de concebir y de vivir las diversidades sexo afectivas.

Hacia 2003 en la primera década del siglo XXI se va configurando la alianza entre los movimientos de mujeres y lo de la comunidad trans. Alianza que en los primeros años no estuvo exenta de desavenencias y discriminación por parte de muchos grupos de mujeres que entendían que las trans no podían ser parte de los Encuentros Nacionales de Mujeres. Sin embargo durante la década se abrió la posibilidad de articulación de las luchas de ambos campos, el de las mujeres y de las trans, y el de las luchas culturales con el de las luchas jurídicas. A fines de la década se sancionan la ley de Matrimonio Igualitario y dos años después la de Identidad de Género.

Hacia 2013, en la segunda década del XXI entonces, a treinta años de la reapertura democrática del 83; esas dos leyes que se lograron sancionar a partir de la lucha de una comunidad que se organizó y devino en sujetos políticos expresa un momento de hegemonía. Son los años en que la Federación Argentina de Gays, Lesbianas, Travestis y Transexuales producen el documento fundacional que a su vez sintetiza la visión política lúcida de los dirigentes argentinos de la Comunidad: El Plan de Ciudadanía LGBTI.

Hacia 2023 y para los próximos años, interesa evaluar en la construcción política; sobre cuáles subjetividades se produjo este momento hegemónico; a partir de la premisa que el actual reconocimiento de derechos logrado por la comunidad conlleva a su vez una despolitización entre los jóvenes LGBTI principalmente, pero en gran medida también entre quienes habían estado activos en las décadas de la reapertura democrática. Resulta dificultoso desde el presente imaginar lo que era vivir en el contexto de discriminación de la década del 80. En la televisión nacional se produjo una serie ficcionada [1] que da cuenta del clima social de la reapertura democrática en donde se entremezclan las instituciones vigorosas todavía de la dictadura militar setentista, con el advenimiento de los varones de la Comunidad Homosexual Argentina que comienzan a luchar por los derechos en el contexto del comienzo de la epidemia del VIH – SIDA. Se puede consultar entre otros documentos producidos en la época, a manera de poder ilustrarse sobre la vida de la comunidad LGBT en la década del 80.

Sin embargo, mientras la discriminación fue disminuyendo y constituyéndose un cuerpo de derechos y cambios culturales hacia la emancipación, otro dispositivo se instala de la mano del modelo de economía que la dictadura logra instalar: el neoliberalismo. Un dispositivo de control social que genera subjetividades, identificaciones y formas de estar en el mundo que atravesó por igual a toda la comunidad y la sociedad en general. “Dispositivo” alude a procesos que se internalizan en las estructuras mentales con las que se percibe y explica el mundo en que se existe y que por tanto las vuelven opacas a los análisis reflexivos sobre la vida que se vive.

Hacia el 2030, la consigna principal para las políticas de la diversidad sexo afectiva pareciera ser que es pensar sobre cuáles cuerpos,  sobre cuáles deseos y sobre cuáles subjetividades; se continúan construyendo derechos en gran medida consagrados pero necesarios de ser cuidados y militados: la salud y la enfermedad, la construcción del derecho, el goce del ambiente, entre tantos. Una pregunta que supera ampliamente las fronteras identitarias de la comunidad LGBT. Enfoca a la sociedad toda,  atravesada por el dispositivo neoliberal que perfila las estructuras mentales de las, les, y los ciudadanos y dirigentes sociales y políticos de la actualidad.

Tener el celular más caro, pensar en sí mismo sin empatía con los demás, la salvación individual y el desconocimiento de los próximos, la necesidad de consumo de cosas que no se necesitan verdaderamente, son características de todas las personas en la vida hoy día. Se podrá modificar o no, quien sabe, porque no se puede hacer futurología. Sin embargo, si se puede afirmar la premisa de la necesidad de re politizar los movimientos todos, incluidos los de la diversidad sexual afectiva. No en el sentido de la política partidaria y la lucha por el voto (lo cual aplica para grupos pequeños y con habilidades y posibilidades concretas) sino en el sentido más amplio de re politizar la forma de vivir y preguntarse por los procesos donde se está inserto como parte de una comunidad, de tomar conciencia y volverse siempre y cada vez más, reflexivos de la vida comunitaria y de las interdependencias, ya que nadie puede vivir aislado, ni las soluciones individuales devienen de luchas particulares. Se trata de pensar la manera de pararse frente al escuchar. Todos hablan, pero muy pocos escuchan.

Vivimos en sociedades con gran necesidad de hablar, hablar, hablar; sin darle entidad a quienes pueden escuchar. El acto cotidiano de publicar una idea, sentimiento o acción realizada en las redes sociales sin interesarse por el retorno, por la escucha o por los interlocutores a quienes interesa llegar; ilustra en gran parte el problema comunicacional del hablar sin ser escuchado y la ilusión de establecer conexiones reales con capacidad de producir cambios en las relaciones sociales.  

Para concluir, evocamos como metáfora la relación invertida del amor y el sexo. En la apertura democrática de los ’80 las personas se relacionaban con el otro/a sobre el compromiso de buscar amor. Había mucha demanda de amor y era totalmente dificultoso tener sexo. Era un tabú. Cuarenta años después todos quieren y consiguen sexo. Sexo rápido, pero nadie busca amor. Se invirtió la ecuación. Esa inversión es la que produce el tipo de cuerpos y deseos que perfilan los encuentros íntimos en la actualidad. El sexo rápido de las redes podría asimilarse a la premisa de “compromiso no, destitución si” permanente. Construye el circuito desafortunado por el que se hace cada vez más necesario las acciones de prevención estratégica en las políticas públicas de la salud y de la incentivación de recomposición de redes territoriales y liderazgos esclarecidos de las necesidades propias y no ajenas, del mundo en que viven.  


[1] Ver Argentina, tierra de amor y venganza - Segunda temporada. Dicen los productores: …”La historia transcurre después del regreso a la democracia en Argentina. Buenos Aires está convulsionada por los nuevos aires de cambio que surgieron después de la última dictadura y el regreso de quienes tuvieron que exiliarse. La ciudad es el epicentro del encuentro de los descendientes de las familias Moretti (Aldo Moretti y la Polaca) y Salvat (Bruno Salvat y Lucia Morel), quienes habían protagonizado la primera temporada de ATAV. Pero a pesar de los cambios que la sociedad está viviendo, nada será fácil para los personajes de la historia, que deberán luchar por el amor, la búsqueda de la verdad, la dignidad, sus derechos y por justicia; atravesando un camino lleno de obstáculos, traiciones, desilusiones, venganza, odios, pasiones y amores, en un país que avanza hacia la libertad, pero aún con mucha oscuridad por transitar”.

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