martes, 9 de enero de 2018

Propiciar la participación ciudadana en políticas de seguridad

Propiciar la participación ciudadana en políticas de seguridad y en la conducción policial del gobierno civil: a cerca de los desafortunados incidentes policiales en Barrio Solidaridad.

El caso del asesinato policial de Nahuel Salvatierra en barrio Solidaridad y del posterior accionar presuntamente represivo a vecinos jóvenes del barrio el domingo pasado; resultan indicadores claros de una institución policial que se desmembra entre las cúpulas de conducción policial y del propio Ministerio de Seguridad, y las bases que operan en el territorio. Ha ocurrido antes en épocas de crisis social, como en los setenta; cuando se relajó el control institucional de la seguridad frente al fantasma creado políticamente del enemigo interno; época en que los ciudadanos pensaban “por algo será”, cuando los grupos policiales desaparecían personas.

Es por lo tanto fundamental que la política de la conducción policial sea observada por legisladores y jueces, y caiga el peso de la ley sobre policías que pueden cometer abuso de autoridad hasta situaciones como la muerte. Sin embargo, la apuesta debe ir más lejos y plantea un profundo problema de gobernabilidad que tensiona la participación y la representación política. En materia de seguridad, nos debemos una democratización real de las fuerzas. Muy poco se hizo desde la dictadura, y esa escacés de voluntad obedece a la fantasía de grupos políticos que creen controlar las instituciones de seguridad, siempre en un delicado equilibrio. Porque comienzan matando a los pobres que parecen mas distantes y distintos que nunca antes en las democracias representativas neoliberales como la actual, y se extienden sobre el propio poder político. Pasó en los setenta.

Pasar por situaciones límites como la muerte de seres queridos en manos de quienes hacen uso de la fuerza legítima del gobierno como es la institución policial (como también el ejército, la gendarmería y la marina); tiene que ser capitalizado por los familiares y fundamentalmente por los jóvenes; como un compromiso constante para la democratización de las fuerzas de seguridad. Empieza por mínimos esfuerzos por organizarse; los que necesitan ser acompañados y continuados por representantes políticos y funcionarios comprometidos, capaces de dejar a un lado el oportunismo político de construcción de agendas propias para acrecentar o mantener el poder; y trabajar en serio por la inclusión de las opiniones y decisiones de los vecinos en la seguridad.

Participar implica efectivamente tomar parte de las decisiones de gobierno en la conducción, frente a la mera representación que implica hacerse presente de alguna manera, pero no estar efectivamente en la acción.

En toda la década pasada se intentó desarrollar una seguridad ciudadana sin éxito. Porque el proyecto confundió la participación efectiva con la representación. Se convocó a los vecinos a opinar sobre lo ya decidido. Es hora de que legisladores y jueces trabajen para abrir la institución policial al control y a la proximidad de la gente; como lo piensan silenciosamente importantes sectores de la propia institución policial que poco pueden hacer frente al poder altamente discrecional del Ejecutivo y del propio poder de Policía, ocupados en la emergencia de conducir una fuerza que mas temprano o más tarde, le resulta hostil desde sus bases.


Legisladores, jueces, militantes y vecinos; comprometámonos con la democratización policial; por Nahuel Salvatierra, y por cada caso de jóvenes salteños abusados por el poder policial que se va tornando inmanejable en un estado que es cada día un poco más represor para instalar el disciplinamiento necesario que exige la extracción de riqueza a los que menos tienen. 


Ver extractos publicados en artículo La Gaceta Salta