La tercera unidad del Módulo 3 de la Diplomatura en Masculinidades 2025, dictada por Gabriela Córdoba y Darío Casals en la UNT, se centró en "los lineamientos para el fortalecimiento de los modelos de atención a hombres que ejercen violencia de género". La clase abordó la revisión integral de las modalidades de intervención, partiendo del principio fundamental de que la violencia masculina no se modifica solo con sanciones o control. Se destacó la necesidad de apoyar activamente a los varones para que atraviesen procesos de transformación subjetiva, vincular y cultural. El enfoque esencialmente reeducativo de la intervención buscó contrastar y ofrecer un significado alternativo a la masculinidad hegemónica, manteniendo una mirada integral basada en el modelo ecológico. Los debates se extendieron a los desafíos de las políticas públicas y al trabajo personal del equipo interventor.
Los contenidos centrales de la clase abordaron cuatro ejes
principales: los fundamentos metodológicos para la transformación; los desafíos
de las políticas públicas y su lógica dicotómica; la articulación
interinstitucional y la justicia restaurativa; y la ética del autocuidado
profesional frente a la violencia.
1. Lineamientos y Fundamentos Metodológicos para la Intervención
La intervención se basa en la premisa de que el cambio debe
ser profundo y buscar la transformación, no el mero control.
- Propósito
y Alcance Ético: La intervención tiene como objetivo real lograr una mayor
salud mental de los hombres y de toda la comunidad. No debe ser
punitiva ni realizar juicios, ya que esa no es la tarea del equipo
interventor. La tarea esencial es resignificar la masculinidad y
ofrecer un significado alternativo a lo que implica ser un "hombre de
verdad".
- El
Desafío del Cambio Subjetivo: El reto más importante es lograr el cambio
de la actitud de los usuarios, lo cual ocurre entre el 95% y el 97% de
las veces en los grupos. No obstante, el desafío real radica en propiciar
un cambio más profundo y subjetivo.
- Claves
para la Transformación:
- Simbolización
y Palabra: La disminución de la ansiedad y el cambio de actitud se
vinculan a que los varones puedan hablar y simbolizar sus experiencias
emocionales. Se debe evitar la descarga emocional intensa sin la
presencia de la palabra o la sistematización de un terapeuta.
- Responsabilización
y Emoción: Es fundamental recuperar la capacidad de sentir
(tristeza, miedo, frustración) sin que esto sea visto como debilidad. Los
actos de violencia surgen de la incapacidad para tramitar la frustración.
El reconocimiento y la responsabilización de las violencias marcan
el pasaje de la negación al insight.
- Modalidades:
Se prioriza la modalidad grupal reflexiva con enfoque reeducativo.
La entrevista motivacional es fundamental para lograr que el
hombre se motive a cambiar, activando la responsabilidad desde la
posibilidad de cambio, no desde la culpa.
2. Debates en Políticas Públicas: La Crítica a la Lógica Dicotómica
Gabriela Córdoba enfocó el análisis en las fallas de las
políticas públicas al abordar a los varones que ejercen violencia,
especialmente aquellas que se rigen por una lógica binaria.
- Riesgo
de la Binaridad: La lógica de la reparación de género, al definir a
las mujeres y disidencias como sujetos beneficiarios, define a los varones
como "no destinatarios o beneficiarios naturales del sistema".
Esto conlleva el riesgo de consolidar una lectura dicotómica.
- Invisibilización
de la Vulnerabilidad Masculina: La lectura binaria impide visualizar
las nuevas formas de vulnerabilidad masculina. Estas
vulnerabilidades incluyen: varones precarizados, empobrecidos o
racializados, así como la soledad, precariedad emocional y pérdida
de referentes identitarios. Estos son costos psíquicos y afectivos de
los mandatos de la masculinidad hegemónica.
- La
Caricaturización del Varón Violento: La visibilización de la violencia
tiende a representar a los varones que la ejercen como una "otredad
caricaturizada" (monstruos, locos o dementes). Esto genera un
estigma que obstaculiza la intervención.
- Propuesta
Relacional: Se requiere un enfoque relacional de género que
incluya a los varones en la agenda no como contraparte, sino como parte
del entramado relacional. El objetivo es buscar la mejora recíproca
de la calidad de vida y de los vínculos de todas las personas.
3. Estructura Programática, Fallas Estatales y Articulación
La efectividad de los programas depende de su contexto
institucional y la articulación con el sistema de justicia.
- Justicia
Retributiva y Restaurativa: La sanción penal (justicia retributiva) y
los programas reeducativos (justicia restaurativa) deben ser procesos
paralelos, nunca sustitutivos. La justicia restaurativa busca la
reparación del daño, requiriendo que el agresor reconozca la
responsabilidad.
- Articulación
Necesaria: El trabajo con varones debe integrarse en un sistema de
protección integral. Si los programas operan de forma aislada de los
servicios para mujeres y el sistema judicial/salud, se rompe la lógica de
la protección.
- Fallas
Institucionales: Se resaltó que el Estado no toma las medidas
necesarias cuando una mujer está en riesgo. El caso del suicidio
feminicida de Carla Robles en Tucumán sirvió para debatir la
ineficacia de las políticas sostenidas y la falta de formación judicial en
violencia basada en género.
- Voluntad
vs. Obligación: Los varones que asisten a los grupos de manera voluntaria
tienen mejor pronóstico que quienes van obligados por una medida
cautelar. No obstante, el grupo debe mandar una carta al juez si el varón,
aun estando obligado, no reconoce ningún tipo de violencia, pues la paciencia
del equipo no es infinita.
4. Trabajo del Equipo Interventor: Heridas de Género y Autocuidado
El cierre de la sesión se enfocó en el impacto subjetivo de
la violencia en los profesionales y la necesidad de una ética del cuidado.
- Burnout
y Fatiga de Compasión: La exposición continua al dolor ajeno produce efectos
traumáticos como el burnout (agotamiento emocional,
despersonalización) y la fatiga de compasión. La angustia es vista como
el motor para trabajar, ya que sin ella la intervención sería de baja
calidad.
- Heridas
de Género: Son el daño emocional y sexual que hombres y mujeres han
recibido por su socialización patriarcal. Si el profesional (mujer u
hombre) no trabaja sus heridas de género, corre el riesgo de reproducir
las violencias en los grupos mediante el juicio o el maltrato hacia los
usuarios.
- Disociación
Instrumental: La herramienta clave es la disociación instrumental,
que implica dejar de lado las heridas y emociones propias de manera
intencional para poder operar de modo asertivo y adecuado en la
intervención.
- Práctica
Ética: El cuidado del equipo es una condición de eficacia y ética
profesional. Se requiere trabajo en dupla para detectar la
rabia o la activación de heridas, además de terapia personal y supervisión
constante.
- Debate
Decolonial: Se planteó el riesgo ético de que los profesionales
busquen colonizar formas de ser hombre en culturas con roles
fuertemente diferenciados. La intervención debe limitarse a los temas que
el propio grupo desea trabajar.
Conclusión de la Clase
La clase concluyó estableciendo que la intervención con
varones que ejercen violencia representa un desafío estructural que requiere la
transformación de modelos de pensamiento para pasar de la condena a la
complejidad. Darío Casals afirmó que estos programas son un pilar en la
justicia social y la salud pública, que buscan reeducar al varón para que
reconstruya su subjetividad. Este proceso exige que el varón simbolice
sus experiencias y se responsabilice de sus actos, logrando un insight
que va más allá de la obediencia superficial a la ley.
Sin embargo, Gabriela Córdoba enfatizó que la eficacia de
este trabajo se ve comprometida por las fallas en las políticas públicas.
Al basarse en la lógica dicotómica de la reparación de género, las políticas
asumen que el varón es un "beneficiario natural del sistema" y
tienden a verlo instrumentalmente, como un obstáculo a remover para el
empoderamiento femenino. Este enfoque genera que las teorías avancen más lento
que la práctica, invisibilizando las vulnerabilidades masculinas
específicas (soledad, precariedad emocional) y el derecho de los hombres a sus
propios procesos de reparación y desarrollo emocional. Para superar esto, se
debe avanzar hacia políticas relacionales de género que integren a los
varones en clave de corresponsabilidad.
Finalmente, la clase hizo hincapié en que la sostenibilidad
de la transformación relacional depende del cuidado ético del equipo
interventor. El trabajo continuo con la violencia activa las heridas de
género y conduce al burnout. Para operar de manera asertiva, el
profesional necesita desarrollar la disociación instrumental y entender
que la angustia es el motor ético, pero debe ser gestionada a través de
la supervisión y el apoyo en dupla. Este enfoque ético y técnico permite a los
equipos transitar de la sospecha y el castigo hacia la comprensión y la
transformación, abandonando la caricatura del varón violento.
El debate sobre la intervención en masculinidades y
violencia es como intentar pilotar un avión con un mapa de carreteras
desactualizado: la práctica (el viaje real) se enfrenta constantemente a
territorios complejos (vulnerabilidad masculina, fallas judiciales) que el modelo
teórico (el mapa dicotómico) no registra, obligando a los pilotos (los
profesionales) a confiar en la brújula ética del autocuidado para no
estrellarse.