sábado, 29 de junio de 2024
viernes, 28 de junio de 2024
jueves, 27 de junio de 2024
Primer encuentro del curso Violencias policiales y penitenciarias por Maestría de DDHH UNSa
Escuchando clase virtual. Blanca Lescano y Fernando Pequeño |
El curso
Notas del primer encuentro
Rodrigo Solá, director de la
Maestría de Derechos Humanos U N Sa, da la bienvenida y explica consideraciones
académicas sobre el desarrollo del cursado.
Presenta a las docentes Cecilia
Toro y Yésica Montagna, quienes tendrán a su cargo la segunda parte del
encuentro.
Le sede la palabra a Dr. Iñaki
Rivera Beiras, que se hace presente desde Barcelona.
Barcelona
Iñaki Beiras viene del exilio. Y se
notan sus marcas en el discurso. Es porteño que migró a España en los setenta.
Beira se extiende sobre el
reconocimiento a Zaffaroni, el que se desarrollará al día siguiente en la universidad,
con la entrega de un título Honoris Causa. Dice que se trata de un acto de
reconocimiento y de resistencia. En tanto consideraciones sobre la memoria y la
justicia en argentina y el peligro que corren, en el actual momento político
por el que atraviesa el país, frente a los fascismos. Zaffaroni es un símbolo que
polemiza antagónicamente con los discursos oficiales del actual gobierno nacional
argentino en políticas de derechos humanos, verdad y memoria.
Desde Barcelona Beira nos cuenta
fragmentos sobre su relación histórica con Zaffaroni y alude a la defensa de
procesos de criminalización de la que fue objeto.
Se sitúa como partícipe en la línea
histórica de la creación de un Observatorio del Sistema Penal y los DDHH, desde
hace veinticinco años. Los que va a cumplir el Observatorio en Barcelona.
Cita al Presidente del Comité
Europeo de PRE de la Tortura, Mauro Palma.
A continuación se extiende sobre
la experiencia del Observatorio y el trabajo con presos; a mitad de camino
entre su propia vida. Desarrolla las nociones básicas desde la experiencia
laboral, personal y desde el trabajo académico.
La privación de libertad dice; es
el objeto que es observado. La observación modifica el objeto a ser observado,
monitoreado. Advierte sobre los avances tecnológicos, que no pueden sustituir
la visita física a los privados de libertad. Asegura que se trata de una tarea de
geolocalización, denuncia y mapeo de la violencia institucional. En particular
de la carcelaria.
Y advierte que quienes trabajan preservando
los derechos de los privados de libertad, deben estar preparados para preguntas:
¿Por qué están en esta tarea de permanente defensa de los DDHH de los presos
que han causado daño? Y la respuesta es el principio de legalidad.
El trabajo con los derechos de
los presos no proviene de una ideología radical, ni de un humanismo religioso,
ni del progresismo. Es por la vigencia del estado de derecho y de la
democracia. Y esa vigencia se asienta sobre un elemento fundacional: el principio
de legalidad.
La ley ordena como se está
privado de libertad. Existe una estrecha ligazón entre la garantía jurisdiccional
y la de ejecución penal. De amabas desciende la creación del reformismo penitenciario
desde los 70… Se va creando la figura jurisdiccional que se llama en Argentina,
Jueces de ejecución penal o en España, Jueces de vigilancia penitenciaria.
En Argentina, en los cincuenta se
rastrea el antecedente de la Ley de Ejecución penal. Centralizando la misma, el
concepto de vigilancia de las condiciones de reclusión.
Iñaki Beiras se sitúa trabajando
en los años iniciales de esas creaciones de garantías jurisdiccionales de los
sistemas penitenciarios. Lo considera una ingenuidad en su hoy. A cincuenta años.
Sin embargo no es una actitud de falta de interés o energía en para continuar
la actividad, sino que alude a estar con más herramientas, producto del
estudio, la sistematización y la teorización de la experiencia.
Sostiene que dos son los objetivos
del trabajo de las garantías constitucionales de los presos:
Salvaguardar sus derechos como
personas, como sujetos de derecho; y
Corregir los abusos de la
institución penitenciaria y judicial
Para eso se crean los órganos jurisdiccionales.
Beiras sostiene que corregir los
abusos generó resistencias de los trabajadores penitenciarios. Porque suponía
situarlos en la sospecha permanente.
Separa violencia institucional e intrainstitucional.
Por esta última refiere a las agresiones que sufren los trabajadores
penitenciarios de los presos. Es de un discurso reaccionario de los sindicatos
penitenciarios.
Sobre el concepto de “tortura”, Beiras
refiere que ya en la Convención del 84 se define la tortura. Luego otras instituciones
internacionales integran un catálogo de la tortura sobre el que se continúa construyendo
el concepto.
El concepto completo es “prohibición
de tortura y de actos crueles, inhumanos y degradantes”. Son esos actos
crueles, inhumanos y degradantes donde se encuentra el concepto de violencia
institucional.
Menciona situaciones que vulneran
a los presos y que constituyen esos actos crueles.
Criticando el aparato de
garantías existentes para los presos, observa que los jueces no visitan cárceles.
No contestan las peticiones de los presos y se equivocan de personas. No
conocen a los presos que metieron presos. El juez de vigilancia penitenciaria
no se pronuncia sobre hechos de beneficios penitenciarios subjetivos y peligros.
Sostiene que se hace necesario
crear instituciones nuevas de garantías para los presos, como los Observatorios
o los Comité Contra la Tortura, porque los aparatos tradicionales de garantías
dejan de funcionar, se alinean a la estructura penitenciaria y judicial.
Más tardíamente se convierten en actor
político los familiares de los presos, que poca o nula atención recibieron.
Cita una obra suya en coautoría
DESCARCELACION (revisarla)
Continuando con la critica a la función
judicial, cree que no se trata de quitar las figuras de garantías del derecho
penal. Pero se debe analizar críticamente las diferencias entre la cárcel legar
con la cárcel real y lo que los jueces hacen.
En el esquema de construcción de
garantías, surge el rol de la sociedad civil organizada y la universidad pública.
Creemos (los actores que a estos campos pertenecemos) que debemos hacer algo
frente a las víctimas de la violencia institucional y tortura. Nace asi el concepto
de la Observación desde la sociedad civil. Desde hace cuatro décadas.
Alguien debe fijarse en las victimas.
Mientras el sistema penal persigue a los perpetradores del crimen.
Retorna a su posición vital y
trayectoria diciendo que empezó a hacer esta observación desde posiciones muy
artesanales, a partir de la Escucha. De ahí fuimos a elaborar cosas. Visitamos
a las personas en las cárceles. Y a partir de esos diálogos hablamos con los responsables
del servicio penitenciario y los médicos y avanzamos en la creación de un
registro de las visitas y de los relatos de los presos.
Para ir cerrando, puntualiza
acciones estratégicas necesarias para el trabajo de las garantías:
La creación de un sistema de las
familias con quienes trabajamos.
Hablar de tortura y violencia institucional
es un crimen de estado. Considerarlo de esa manera. No puede seguir siendo
tratado como un delito entre particulares. Porque se comete por un funcionario público
que tiene el deber de garantizar las condiciones del encierro. Es un crimen en
el paradigma de crimen de estado.
Resistir a los ataques
permanentes de las organizaciones sindicales penitenciarias.
Construir equipos de trabajo.
Finalizando el discurso, se abrió
un espacio de preguntas para los cursantes.
En la segunda parte del encuentro
A cargo de las docentes Cecilia
Toro y Yésica Montagna. Se avanzó con la clarificación de conceptos de uso cotidiano
entre los profesionales cursantes que trabajan con las garantías de los presos.
Se hizo presente las palabras y vivencias de algunas personas privadas de la
libertad, presentes en la cursada.
jueves, 20 de junio de 2024
¿Que puede surgir entre el miedo de los setenta y el miedo que se busca instalar hoy desde la conducción del Estado?
Surge una responsabilidad compartida: estar alertas frente a la desestabilización de la democracia. Y la certeza de una organización común para defenderse de un Estado que se volvió "cruel" para convertirse pronto en "terrorista".
Conversar con vecinos del contexto cotidiano, con familiares en la mesa del mediodía, los más jovenes de ellos; recibiendo la mirada favorable a la acción del gobierno en expresiones ..."quemaron un auto"..., ..."tiraban piedras"..., ..."les pegaban a los policías"... Me retrotrae a las exclamaciones setentistas de ciudadanos atemorizados por las desapariciones que ejercía, justamente, el mismo Estado, sin que pudieran en los primeros meses percibirlo con claridad. La frase ..."por algo será"... con los que muchos por entonces se explicaban la desaparición de vecinos, se me confunde con estas otras de la semana pasada. ..."Quemaron un auto"... son terroristas, instalan los medios. ..."Por algo será"... Andan en cosas raras, son terroristas, instalaban los medios del discurso estatal.
Asi desapareció en Salta, el ex Gobernador Miguel Ragone y más de doscientos ciudadanos comprometidos con la justicia social. Como los más de treinta que pusieron presos en el contexto del debate de la Ley que busca entregar el Estado a las economías concentradas del poder mundial.
Durante la primera década de este siglo, desde el dos mil en adelante y sobre todo luego de la conquista de un estado popular en 2003, se hizo posible teorizar desde las ciencias sociales lo que fue la dictadura argentina: las condiciones que la hicieron posible y los estragos que produjo en el tejido social. Teorización concomitante a los discursos de verdad que iban produciendo al mismo tiempo los juicios de lesa humanidad por la violencia policial, militar y empresarial de los setenta. Entre muchísimas obras, cito la de Mariana Caviglia (2006). Ella buscaba dar respuestas a cerca de las cosas que hizo posible el surgimiento, la implantación y las consecuencias de la última dictadura en Argentina, enfocando la vida cotidiana de la gente corriente, no las grandes estructuras de la historia.
La vida cotidiana de la gente corriente, como la de los jovenes de mi familia, o mis vecinos cotidianos, es lo que me conecta a ese mismo pasado de violencia política setentista, desde los acontecimientos de estos días, de esta época que se va perfilando más clara en la primera mitad del año del nuevo gobierno elegido por los argentinos cansados de la deuda externa, la pobreza endémica y la corrupción dirigencial.
Caviglia y yo con ella, sostenía que no se trató de una sociedad cómplice de la dictadura, sino de una sociedad fragmentada y paralizada por el miedo. La de los setenta, fue una sociedad de ciudadanos que no pudieron en los primeros años entender con claridad lo que estaba emergiendo como dispositivo disciplinar: las desapariciones. De manera parecida, en estos primeros seis meses del nuevo gobierno, una gran parte de la sociedad no encuentra aún las maneras de entender la violencia del estado a la que es sometida a diario. El concepto de "Crueldad del Estado",que empieza a teorizarse como herramienta para explicar el proceso, resulta esclarecedor de los primeros momentos del dispositivo represivo.
Si bien hay muchos que aún sostienen que hace falta más tiempo para que el nuevo gobierno organice la economía, eluden asumir la debacle de sus propias economías y se niegan a registrar las cada vez más precarias condiciones de seguridad en que se vive.
La represión frente al Congreso en momentos que se trataba la Ley Ómnibus ha sido nada más ni nada menos que una de las armas del Estado para construir el dispositivo de ordenamiento y paralización a partir del MIEDO. Como en los setenta las desapariciones. En un artículo de la revista Anfibia de este mes, los jovenes autores Ortega y Gui, esbozan explicaciones en torno al funcionamiento del miedo en los artefactos de las policías comandadas por el Ministerio de Seguridad de la Nación.
A partir de obsrvaciones el dia de la represión frnte al congrso y de los relatos posteriores de los presos liberados, los autores refelxionan a cerca del miedo entre los detenidos como medida ejemplar para una sociedad atónita entre el discruso de la libertad qeu problama el mismo estado que reprime para hacer posible las políticas de ajuste.
La represión va configurando una resistencia política, dicen ..."En la represión sentimos miedo porque la escena abre historias pasadas de asociación: las de un dolor, las de un país. En ese momento el miedo es inevitable y se expresa como pánico o, en el mejor de los casos, se lo asume con alegre rebeldía. Pero el miedo, puesto en lo comunitario, se torna fuerza vinculante mediante la percepción del riesgo compartido"... Y citan a Rodolfo Walsh para poner el foco sobre la responsabilidad del estado a partir de la represión y su consecuente ruptura del entramado social para ejercer un tipo de gobierno de exclusión. "Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia porque movilizarse restituye sobre nuestros cuerpos la condición de sujetos políticos y la historicidad que ella porta"... decía Walsh en los setenta.
Y los jovenes autores continúan ..."la represión penetra en los poros de una sociedad crecientemente distanciada de sí misma, insiste con la violencia de las detenciones, en las conversaciones que se tejen las jornadas posteriores mientras se reclama la liberación de familiares, amigos, compañeros, en el asedio digital que insiste en las redes contra todo pronunciamiento de defensa de la democracia. De esa democracia devaluada en la pauperización de la vida, menospreciada en la conversación pública, traicionada en las roscas palaciegas, pero democracia a fin de cuentas que supimos conseguir"...
Con ellos, concito la idea a sobre los caminos de la resistencia política. Y el momento en que la sociedad logra la inmunidad necesaria para pararse frente a la atrocidad. Y es a partir de la represión frente al Congreso, junto a decenas de hechos violentos por diversidad de instituciones del Estado en pasados seis meses, que surge una responsabilidad compartida: estar alertas frente a la desestabilización de la democracia. "Terrorismo", "golpe de Estado", "sedición"; forman parte de la lengua herida de la democracia. Con esos conceptos se pudo hacer vivible e inteligible varios años después de los setenta, la vinolencia desatada por el estado sobre los ciudadanos a los que debía proteger. Por tanto, no es posible des responsabilizarse de los efectos que su distorsión y banalización puedan desatar. A partir de represiones que parecieran aisladas pero son recurrentes, el Estado genera los mecanismos para disciplinar, paralizar e impedir cualquier forma de protesta. E imponer un régimen de exclusión y concentración de la riqueza. Como en la dictadura de los setenta.
Es a partir de la represión frente al Congreso, que va surgiendo la certeza de una organización común para defenderse de un Estado que se volvió "cruel". Esa ideología de la crueldad nutrida de autoritarismos sociales crecientes, en correlato con el castigo descarnado en las cárceles y en las condiciones de detención tan de moda en el régimen de Bukele en El Salvador.
Es a partir de la represión y de la crueldad disciplinadora que el Estado se irá volviendo "terrorista" -como en los setenta- en el ejercicio de los mecanismos para reprimir la protesta e imponer la concentración económica y la exclusión. Sin embargo, empieza a surgir cierta certeza de la potencia de una organización común para defenderse.
..."Socializar esos residuos que el miedo deja en el cuerpo [de los presos en las afueras del Congreso] puede ser un paso para recomponer el nosotros, a contramano del terror que anula su posibilidad"... Como sí logró anularla el disciplinamiento desaparecedor del Estado en los setenta.
Bibliografía
Caviglia, Mariana. 2006. Vivir a oscuras. Escenas cotidianasdurante la dictadura. Editorial Aguilar, Buenos Aires.
Ortega, Sebastián N y Sol Verónica Gui. 2024-06-18. Revista Anfibia. "Seis días en cana". En https://www.revistaanfibia.com/seis-dias-en-cana-detenidos-ley-bases/