Clase modulo 4
Dictada sábado 26 julio de 2025
IV- La Cultura de la
violación. Incesto paterno/filial; abuso en la familia, abuso eclesiástico,
Agresiones sexuales a infancias, adolescencias, mujeres y LGTBIQ+.
Por Fernando Pequeño Ragone
La clase teórica de Enrique Stola, en el marco de la
diplomatura de masculinidades que coordina, es un análisis multifacético de las
estructuras de dominación contemporáneas. A través de un diálogo con diversas
teorías y autores como Almudena Hernando, Bell Hooks y Angela Davis, Stola
construye un marco conceptual que desentraña el patriarcado, el machismo y
otras matrices de poder, haciendo un especial énfasis en su naturaleza no
biológica y su interconexión sistémica.
![]() |
Enrique Stola |
Resumen de audio
Identidad, Patriarcado y la lucha de las mujeres
Stola aborda la discusión en torno a la identidad
relacional, un concepto de Almudena Hernando, para describir cómo la identidad
en las primeras etapas de la humanidad se configuraba por la pertenencia a un
grupo sin una reflexión consciente. A partir de este punto, analiza la
evolución de la individualidad, destacando la lucha histórica de las mujeres en
Argentina. Subraya que, a diferencia de los varones, las mujeres han logrado
desarrollar una "individualidad independiente" gracias a su masiva
incorporación al mercado laboral y a la educación. En contraste, Stola señala
que la mayoría de los varones aún mantienen una "individualidad
dependiente" en el ámbito afectivo. Este individualismo masculino, que se
desarrolló históricamente, generó una dependencia de las mujeres que se
encargaron del sostén afectivo y el mantenimiento de la identidad, reforzando
así la idea de un patriarcado que no se basa en la biología, sino en una
construcción social donde se elige a las mujeres para ese rol de soporte.
El autor diferencia su concepto de patriarcado de otras
construcciones en la teoría feminista, al poner el foco en la socialización y
el goce por el poder como pilares de las dominaciones actuales. Para Stola, el patriarcado
es un sistema de dominación cuya característica principal es la naturalización
y la negación de la individualidad. Esta naturalización es el proceso por
el cual las normas sociales y los roles de género son percibidos como
inherentemente biológicos, inmutables y, por lo tanto, incuestionables. Al
hacer pasar la dominación como un orden natural, el patriarcado logra una negación
de la individualidad al imponer un modelo único de ser "hombre" o
"mujer", limitando el desarrollo emocional y la autonomía personal.
Para los varones, esto se traduce en una socialización basada en el goce por
el poder, mientras que para las mujeres, la individualidad queda subsumida
en roles de cuidado y soporte. El autor critica la categoría de
"masculinidad" como una categoría patriarcal que agrupa a todas las masculinidades
bajo un mismo paraguas, una postura que comparte con Almudena Hernando, quien
cuestiona la existencia de posgrados en masculinidades pero no en "nuevas
feminidades". Stola complementa esta idea argumentando que el mandato de
dominación no solo afecta a los varones, sino que también "atraviesa el
cuerpo de las mujeres y de las personas disidentes".
Interseccionalidad y matrices de dominación
Una de las ideas centrales de Stola es que las matrices de
dominación —como el patriarcado, el racismo y el capitalismo— no pueden
abordarse de forma aislada, sino que se intersectan y refuerzan mutuamente.
Para ilustrar esta complejidad, recupera las posiciones de teóricas negras como
Bell Hooks y Angela Davis. Hooks, por ejemplo, criticaba al feminismo blanco de
los años 70 por haber dejado de lado las matrices capitalistas, de clase y
raciales. Su argumento fundamental, que Stola suscribe, es que no se puede
luchar contra una única matriz, sino que es imperativo "luchar contra
todos los modos de dominación existentes". En este sentido, Stola
establece una relación directa entre la lucha por la liberación del género y la
lucha por la liberación del movimiento negro, resaltando la interdependencia de
ambas.
En esta misma línea, Stola defiende la propuesta de seguir
usando el vocablo "raza" (racialización), alineándose con los
teóricos negros contemporáneos. Sostiene que, aunque la raza no existe a nivel
biológico y es una construcción social, sus consecuencias históricas y
presentes son innegables y profundas. Por ello, es de vital importancia no
invisibilizar esta construcción, a pesar de las posibles inconveniencias que su
uso pueda generar. Para Stola, el riesgo de ocultar la existencia de la
categoría "raza" es que se borran las experiencias de opresión y las
luchas de los grupos racializados. Es decir, si se deja de nombrar la raza, se
corre el peligro de ignorar la realidad de quienes la sufren y, por ende, de
debilitar las herramientas para desmantelar el racismo como matriz de
dominación.
Crueldad, tecnología y neoliberalismo
Stola analiza la dinámica de la dominación-dominado en el
patriarcado, señalando que las estructuras de poder limitan la empatía,
especialmente en quienes ocupan posiciones dominantes. Sostiene que "nunca
el dominador va a renunciar voluntariamente a la dominación", a menos que
se produzca un fuerte cuestionamiento externo que desnaturalice su posición de
poder. Esta falta de empatía se ve amplificada por las tecnologías actuales.
El autor explora la relación entre el capitalismo
financiero, el tecnofeudalismo y la oligarquía dominante. Describe cómo la
tecnología y el uso de algoritmos en las redes sociales han reconfigurado la
comunicación, generando una nueva forma de dominación. En esta nueva dinámica,
el concepto de "crueldad" se vuelve una herramienta
fundamental del liderazgo y del dispositivo de gobierno liberal. Stola
utiliza una anécdota de la sociedad argentina actual para ilustrar cómo un tipo
de liderazgo se apoya en la crueldad para generar un vínculo con sus
seguidores. Esta crueldad se legitima y difunde a través de los sesgos
algorítmicos de las redes sociales, que exponen a los usuarios únicamente a
contenido que confirma sus propias creencias y prejuicios. Al limitar la
diversidad de perspectivas, estos algoritmos debilitan la capacidad de las
personas para desarrollar empatía hacia quienes piensan o viven de manera
diferente. En este contexto, la crueldad deja de ser vista como un acto
aberrante y se convierte en una forma de afirmación identitaria, unificando a
un colectivo en contra de "los otros". Este fenómeno, según Stola, se
conecta con el concepto de "cuerpo fijado" de Eric Sadam, que
alude a la manera en que los individuos son "fijados" a través de sus
datos y perfiles en la web, reforzando estos sesgos de confirmación y limitando
la posibilidad de pensamiento crítico. El capitalismo de hoy, a diferencia del
de la década del 70, ya no se centra en la producción industrial, sino en la
renta y la circulación del capital, lo que se relaciona directamente con la
prostitución y la trata de personas, ya que los cuerpos se convierten en
objetos de renta. La inteligencia artificial y las tecnologías, según
Stola, contribuyen a la disminución del entrenamiento en el pensamiento crítico
en los jóvenes, quienes recurren a estas herramientas para obtener "la
verdad", perdiendo la capacidad de procesar y cuestionar la información
por sí mismos.
La cultura de la violación y su expresión institucional
Stola utiliza estas herramientas conceptuales para
argumentar sobre la Cultura de la violación, el incesto paterno-filial, el
abuso en la familia y el abuso eclesiástico. Sostiene que estas problemáticas
están ligadas al mandato de dominación patriarcal, que se manifiesta en la
noción de un cuerpo violable, una idea que él extiende de las mujeres a las
infancias, adolescencias y a la comunidad LGTBIQ+. Stola aborda el tema de la
prostitución no solo como una manifestación de la violencia patriarcal, sino como
una elección masculina que refuerza la dominación. La tesis central es
que, para el varón, la compra de servicios sexuales representa un acto que
valida su posición de poder y su identidad socialmente construida. En este
punto, Stola recupera la idea de "validación simbólica" de la
socióloga feminista Beatriz Gimeno. Gimeno sostiene que la prostitución es un
dispositivo de control social del cuerpo de las mujeres, donde el varón busca
una confirmación de su superioridad y del mandato de dominación que le ha sido
impuesto. La posibilidad de acceder a un cuerpo por dinero le otorga un goce de
poder que reafirma su lugar dentro de la jerarquía patriarcal. En el caso del
abuso eclesiástico, conecta la falta de Educación Sexual Integral y la
educación religiosa con la transferencia de la idea de Dios al sacerdote, lo
que genera una estructura de poder que facilita el abuso. Finalmente, critica
la visión del poder judicial que sospecha de la mujer que denuncia, lo que
demuestra que incluso las instituciones tienen un género y reproducen las
matrices de dominación.
Un discurso de varón a varones
En el ámbito de los estudios de masculinidades, su identidad
de varón le confiere una especificidad valiosa a su teorización. Al hablar
desde su propia posición, puede interpelar de manera más directa a otros
varones y desnaturalizar las conductas machistas desde una perspectiva interna.
Esto permite una reflexión profunda sobre el goce en el ejercicio del poder y
la necesidad de "vaciar" la categoría de masculinidad para poder
construir una nueva identidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario