lunes, 21 de julio de 2025

Norbert Elías fue un sociólogo marginal

 Norbert Elias se percibió a sí mismo —y fue percibido por el campo académico— como un marginal durante buena parte de su vida y trayectoria profesional. Esta marginalidad no fue solo una circunstancia biográfica, sino también un lugar epistémico desde el cual construyó su pensamiento sociológico original y desafiante.

Marginalidad personal y estructural


Elias, judío nacido en Alemania y marcado por las experiencias de la Primera Guerra Mundial y el ascenso del nazismo, se convirtió en exiliado tras la llegada de Hitler al poder. Su madre fue asesinada en Auschwitz, hecho traumático que lo acompañó toda la vida. Estas vivencias, según sus propios relatos, lo colocaron en una posición de "extrañeza" respecto del centro de las instituciones académicas y de los discursos dominantes. Él mismo vinculó su condición de marginal con una mayor capacidad de análisis: al verse "desde fuera", pudo observar críticamente las estructuras ideológicas y sociales que otros daban por sentadas.

Durante su exilio en Inglaterra, no logró durante décadas ser reconocido como un académico central. Incluso después de publicar El proceso de la civilización en 1939, la obra pasó prácticamente desapercibida durante más de treinta años. Fue recién en los años 70 que comenzó a recibir reconocimiento, principalmente en Alemania y Holanda. En sus propias palabras, sus ideas eran consideradas “manías continentales” por muchos colegas británicos, especialmente por la generación más joven, que las consideraba demasiado alejadas de las modas intelectuales de la época. Esta falta de validación institucional lo reforzó como figura excéntrica y marginal.

La marginalidad como lugar de producción teórica

Elias transformó esa posición marginal en una plataforma epistemológica. Su teoría sobre la relación entre "establecidos y marginados" se alimenta directamente de su experiencia como judío en Alemania y como outsider en la academia inglesa. Según esta teoría, los grupos establecidos estigmatizan a los marginales cuando estos desafían el orden social o ponen en cuestión la identidad de los que ocupan el centro. En este marco, los judíos alemanes representaban una minoría educada que, pese a la exclusión, no aceptaba una posición de inferioridad, lo que generaba rechazo en las mayorías.

Además, su propuesta teórica sobre las "figuraciones" —interdependencias entre individuos en constante transformación— nace como respuesta crítica al dualismo simplista entre individuo y sociedad. Desde su posición periférica, Elias propuso un enfoque integrador, de largo plazo, que desafía tanto el psicologismo como las visiones estructuralistas cerradas.

Reconocimiento tardío y legado marginal

A pesar de su reconocimiento final y de la creciente influencia de su obra, Elias nunca dejó de considerarse un marginal, ni abandonó su papel de crítico frente al orden académico establecido. Él mismo declaró:

"Nunca he perdido la fe en mí, la fe en que podía producir algo relativamente importante [...] Esta fe no se ha visto perturbada por nada".

Para Elias, esa marginalidad fue también una forma de libertad intelectual: lo preservó del dogmatismo y le permitió sostener una sociología crítica, no ideológica y alejada de modas académicas efímeras.

En síntesis, la marginalidad de Norbert Elias no fue solo una condición impuesta por su tiempo histórico, sino también una postura activa desde la cual construyó una de las contribuciones más originales a la teoría sociológica del siglo XX.

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