sábado, 9 de agosto de 2025

Diálogo y Reflexión Crítica en la clase de lectura sobre los contenidos dictados por Enrique Stola en el IV encuentro teórico

Nuestra clase de lectura de la diplomatura de masculinidades, que se centra en la exposición teórica de Enrique Stola, se ha convertido en un espacio fundamental y dinámico para nuestra formación. Más allá de ser una simple recapitulación de lo que escuchamos, este encuentro funciona como un verdadero taller de pensamiento crítico. Aquí, nuestras voces —las de Laura, Fernando, Juan, Jime, Facundo y Juani— no solo resumen conceptos, sino que los analizamos, los conectamos con nuestras propias vivencias y los situamos en un contexto sociopolítico y emocional más amplio. Este diálogo colectivo es, para nosotros, la verdadera herramienta para la acción transformadora que persigue la diplomatura, un espacio donde la teoría académica se confronta directamente con la complejidad del activismo y la cruda realidad social.


A través de las distintas intervenciones de mis compañeros y compañeras, he podido observar cómo los conceptos de dominación, poder y masculinidad son desglosados y re-articulados, demostrando que el aprendizaje efectivo no reside en la mera asimilación de la información, sino en el profundo proceso de procesar nuestras propias contradicciones. Nos comprometemos a una reflexión continua, una tarea que es vital para evitar reproducir los mismos patrones patriarcales en nuestro día a día.

Resumen de audio

La Defensa de Stola y la Ofensiva de la Derecha

Una de las primeras y más significativas líneas de debate en nuestra clase se centró en la figura del propio Enrique Stola. Mi compañera Laura inició el diálogo, no solo contextualizando su trayectoria como médico psiquiatra y activista feminista, sino revelando una situación que nos conmocionó. Nos contó que Stola había sido objeto de una "operación bastante grande" destinada a desacreditar su trabajo. Nos explicó que, a raíz de un joven que se retractó de una denuncia, se le inició una causa. La gravedad de esta situación, tal como la analizó Laura, solo puede entenderse como parte de una "ofensiva de derecha" que busca deslegitimar los estudios de género y las problemáticas que estos abordan. Para nosotros, esto no era solo una noticia; era una interpelación directa a la relevancia de lo que estábamos estudiando.

La intervención de Fernando fue crucial para que pudiéramos enmarcar la situación. Él trazó un paralelo con el caso de Jorge Corsi, otro referente en el campo que también fue objeto de un "encorsetamiento" similar por parte de lo que él llama "reacciones de las derechas". Fernando subrayó un punto que todos sentimos como una verdad innegable: no se trata de incidentes aislados, sino de una estrategia política deliberada. El hecho de que a Stola "se lo quieran llevar puestos" no es una casualidad; es una consecuencia directa de su trabajo y su crítica a instituciones poderosas, como la Iglesia, y su enfoque político en las masculinidades. Al reflexionar sobre esto en clase, comprendimos que nuestro trabajo académico y activista no es un ejercicio neutral, sino que está inherentemente ligado a una lucha por el poder y la hegemonía ideológica. La defensa de Stola, por lo tanto, se convirtió para nosotros en un acto de resistencia colectiva y en la reafirmación del valor de las ideas que él representa y que nos reúne en esta diplomatura.

La Conceptualización Crítica del Lenguaje: Raza y Masculinidades

El diálogo se adentró en un terreno más conceptual con las reflexiones de Fernando y Juan, quienes se centraron en el uso crítico del lenguaje, un punto que Stola había destacado en su clase teórica. Fernando nos recordó la insistencia de Stola en seguir utilizando el término "raza" o, de manera más precisa, "racialización". Stola, alineado con teóricos negros, argumenta que, aunque la raza no tiene una base biológica, sí existe como una poderosa construcción social y política con consecuencias históricas y presentes innegables. Fernando nos hizo reflexionar sobre cómo la "corrección política", al buscar términos más "amables", corre el riesgo de ocultar la dominación subyacente que el vocablo "raza" denuncia. Si dejamos de nombrar la raza, nos advertió, corremos el peligro de borrar las experiencias de opresión y de invisibilizar las luchas de los grupos racializados, debilitando así las herramientas para desmantelar el racismo como matriz de dominación.

De manera similar, tanto Fernando como Juan abordaron la crítica que Almudena Hernando realiza al concepto de "masculinidad". Almudena, al cuestionar la existencia de posgrados en masculinidades pero no en "nuevas feminidades", argumenta que el término en sí mismo es patriarcal, ya que agrupa a todas las masculinidades bajo un mismo paraguas. Esta crítica nos hizo pensar mucho. Sin embargo, Juan nos ayudó a aclarar la postura de Stola: si bien él reconoce la validez de esa crítica, considera que el término sigue siendo una herramienta útil. Para Stola, el concepto de masculinidad es un instrumento analítico que nos permite "visualizar una situación de dominación" que ha sido naturalizada a lo largo de la historia. Juan concluyó que dejar de usar el término de manera abrupta podría dificultar la identificación de los mecanismos de poder que operan en los varones y en la sociedad en general. La conclusión de esta discusión fue clara para todos nosotros: el lenguaje es un campo de batalla en sí mismo, y su uso debe ser consciente, estratégico y alineado con los objetivos de la lucha contra la dominación.

Desafíos en la Aplicación Práctica y la Naturaleza del Poder

El debate académico y político se aterriza en la realidad con la intervención de Jime, que nos relató su experiencia al intentar llevar la teoría de la clase a la práctica en un taller de masculinidades con adolescentes. Ella describió la situación como un "caos" y "un viaje", una confesión que resonó con la dificultad que todos hemos experimentado en la intervención social. Su testimonio fue valioso porque nos puso de manifiesto la enorme brecha entre el aula teórica y la complejidad de las interacciones humanas. A pesar de las dificultades iniciales, Jime nos dijo que la experiencia fue "buenísima", ya que abrió "un montón de puertas para laborar". Esto ilustra una de las lecciones más importantes que hemos aprendido: el proceso de cambio, tal como se mencionó en la clase, es "no apto para ansiosos" y requiere una enorme dosis de paciencia, ya que los resultados pueden tardar años en manifestarse. Su relato nos subrayó que la teoría no es un manual de instrucciones, sino un conjunto de herramientas que deben ser adaptadas, probadas y, en ocasiones, reelaboradas en el campo de acción.

Por su parte, Facundo introdujo un desafío conceptual y práctico crucial que nos hizo pensar a todos: la educación popular y el feminismo. Él nos planteó que el conocimiento no debe ser un objeto de posesión personal, sino que debe ser "despersonalizado" y construido de forma colectiva. Facundo enfatizó que las lógicas de dominación son "transversales a todas las identidades", y que incluso en los espacios que consideramos "contrahegemónicos", podemos reproducir dinámicas patriarcales, como el monopolio de la palabra. Su intervención nos resaltó la importancia de la auto-interpelación y el reconocimiento de nuestro propio privilegio como condición necesaria para construir alternativas genuinas. La verdadera transformación no radica solo en señalar la opresión externa, sino en ser capaces de ver cómo los patrones de dominación se han arraigado en nuestras propias formas de pensar y actuar.

Finalmente, Juani, desde su formación en sociología, nos aportó una perspectiva más teórica sobre el poder. Él cuestionó si el objetivo final de nuestras luchas es la disolución del poder o su distribución, argumentando que el conflicto y la relación dominado-dominante son "constitutivos" de las relaciones sociales. Juani valoró el enfoque de la clase en las relaciones de poder por sobre una mirada puramente identitaria, sugiriendo que la dominación se manifiesta a través de diversas dinámicas, como las diferencias económicas, incluso si se superan las lógicas de género. Esta reflexión complejizó aún más nuestro debate, impidiendo que la lucha se redujera a una simple batalla entre géneros y recordándonos la interseccionalidad de las opresiones.

Miedo, Enojo y la Tarea Pendiente

El documento de la clase de lectura nos hizo sentir de forma muy vívida una sensación recurrente entre nosotros: la alerta y preocupación que genera el avance de la nueva derecha y su vínculo con modelos de masculinidad hegemónica. Esto nos despertó sensaciones de "miedo, enojo y reacción", así como la "impresión" ante la "crueldad" que observamos en ciertos contextos políticos. La clase de Stola, al ofrecernos un marco conceptual para entender estos fenómenos, actuó como una herramienta para canalizar estas emociones en una respuesta política y social. Para nosotros, el "miedo" se convirtió en una alarma, el "enojo" en un motor para la acción y la "reacción" en una respuesta organizada. Esta dimensión emocional fue clave, ya que la política no se vive únicamente desde la razón, sino también desde las sensaciones que generan las injusticias.

A pesar de la dificultad que implica confrontar estas lógicas, existe una fuerte convicción de que estamos asumiendo una "tarea pendiente" en los activismos y la academia. Esta tarea no es solo teórica, sino eminentemente práctica. Implica la construcción de nuevas formas de masculinidad que no se basen en la dominación y el goce del poder, sino en la empatía, el cuidado y la colaboración. La diplomatura, en este sentido, se presenta como un espacio de entrenamiento para esta tarea, un lugar donde nosotros, como participantes, podemos procesar nuestras propias contradicciones y adquirir las herramientas necesarias para la acción.

El Rol de la Academia y el Activismo en la Diplomatura

El espacio de la diplomatura es valorado por todos nosotros porque fomenta un "intercambio" y un "aprendizaje efectivo". Esto se logra, en parte, porque nos permite no solo integrar los conocimientos de Stola, sino también procesar nuestras propias contradicciones. La emotividad se manifiesta constantemente en nuestras intervenciones, desde la frustración que sentimos por las resistencias que encontramos en el trabajo de campo hasta la profunda satisfacción de abordar temas cruciales que pocos quieren enfrentar. El formato de clase de lectura es ideal para este propósito, ya que el diálogo nos permite que las ideas se construyan y deconstruyan en tiempo real. La academia, en este contexto, no es una torre de marfil, sino una plataforma para el activismo.

Al integrar las discusiones sobre el patriarcado, el racismo, el neoliberalismo y la tecnología, nuestra diplomatura nos ofrece una mirada holística de la dominación. Mis compañeros, al escuchar las exposiciones de Stola y al confrontarlas con sus propias reflexiones, comprenden que la lucha contra el patriarcado no puede ser un asunto aislado. Las intervenciones de Fernando, Juan, Facundo, Jime y Juani demuestran que la interseccionalidad no es solo un concepto teórico, sino una realidad palpable en el activismo, en la política y en la vida cotidiana. La riqueza de este diálogo es la mejor prueba de que el enfoque de la diplomatura logra su objetivo principal: formarnos como individuos capaces de pensar críticamente y de actuar de manera transformadora.

Conclusión: Un Diálogo en Constante Construcción

En resumen, la clase de lectura de la diplomatura de masculinidades es mucho más que una simple revisión de conceptos. Es un espacio donde la defensa de nuestros referentes académicos se articula con la crítica al lenguaje, donde los desafíos de la aplicación práctica de la teoría se confrontan con las dinámicas del poder y donde nuestras emociones de miedo y enojo se convierten en el motor para una "tarea pendiente".

Las intervenciones de todos nosotros, desde Laura hasta Juani, demuestran la complejidad del pensamiento y la acción en el campo de los estudios de género. La diplomatura no solo nos ofrece un marco conceptual, sino que también fomenta una cultura de la reflexión y el intercambio. Al final, lo que nos queda claro es que la lucha por la liberación del género, tal como la concibe Stola, es una lucha por la liberación de todos los modos de dominación existentes. Y el camino hacia esa liberación es un diálogo en constante construcción, donde cada voz, cada duda y cada experiencia tienen un lugar vital. El aprendizaje no es la meta, sino el proceso de seguir dialogando, cuestionando y construyendo un mundo más justo y equitativo para todos.

 

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