Nuestra clase de lectura de la diplomatura de masculinidades, que se centra en la exposición teórica de Enrique Stola, se ha convertido en un espacio fundamental y dinámico para nuestra formación. Más allá de ser una simple recapitulación de lo que escuchamos, este encuentro funciona como un verdadero taller de pensamiento crítico. Aquí, nuestras voces —las de Laura, Fernando, Juan, Jime, Facundo y Juani— no solo resumen conceptos, sino que los analizamos, los conectamos con nuestras propias vivencias y los situamos en un contexto sociopolítico y emocional más amplio. Este diálogo colectivo es, para nosotros, la verdadera herramienta para la acción transformadora que persigue la diplomatura, un espacio donde la teoría académica se confronta directamente con la complejidad del activismo y la cruda realidad social.
A través de las distintas intervenciones de mis compañeros y compañeras, he podido observar cómo los conceptos de dominación, poder y masculinidad son desglosados y re-articulados, demostrando que el aprendizaje efectivo no reside en la mera asimilación de la información, sino en el profundo proceso de procesar nuestras propias contradicciones. Nos comprometemos a una reflexión continua, una tarea que es vital para evitar reproducir los mismos patrones patriarcales en nuestro día a día.
Resumen de audio
La Defensa de Stola y la Ofensiva de la Derecha
Una de las primeras y más significativas líneas de debate en
nuestra clase se centró en la figura del propio Enrique Stola. Mi compañera
Laura inició el diálogo, no solo contextualizando su trayectoria como médico
psiquiatra y activista feminista, sino revelando una situación que nos
conmocionó. Nos contó que Stola había sido objeto de una "operación
bastante grande" destinada a desacreditar su trabajo. Nos explicó que, a
raíz de un joven que se retractó de una denuncia, se le inició una causa. La
gravedad de esta situación, tal como la analizó Laura, solo puede entenderse
como parte de una "ofensiva de derecha" que busca deslegitimar los
estudios de género y las problemáticas que estos abordan. Para nosotros, esto
no era solo una noticia; era una interpelación directa a la relevancia de lo
que estábamos estudiando.
La intervención de Fernando fue crucial para que pudiéramos
enmarcar la situación. Él trazó un paralelo con el caso de Jorge Corsi, otro
referente en el campo que también fue objeto de un "encorsetamiento"
similar por parte de lo que él llama "reacciones de las derechas".
Fernando subrayó un punto que todos sentimos como una verdad innegable: no se
trata de incidentes aislados, sino de una estrategia política deliberada. El
hecho de que a Stola "se lo quieran llevar puestos" no es una
casualidad; es una consecuencia directa de su trabajo y su crítica a
instituciones poderosas, como la Iglesia, y su enfoque político en las
masculinidades. Al reflexionar sobre esto en clase, comprendimos que nuestro
trabajo académico y activista no es un ejercicio neutral, sino que está
inherentemente ligado a una lucha por el poder y la hegemonía ideológica. La
defensa de Stola, por lo tanto, se convirtió para nosotros en un acto de
resistencia colectiva y en la reafirmación del valor de las ideas que él
representa y que nos reúne en esta diplomatura.
La Conceptualización Crítica del Lenguaje: Raza y Masculinidades
El diálogo se adentró en un terreno más conceptual con las
reflexiones de Fernando y Juan, quienes se centraron en el uso crítico del
lenguaje, un punto que Stola había destacado en su clase teórica. Fernando nos
recordó la insistencia de Stola en seguir utilizando el término
"raza" o, de manera más precisa, "racialización". Stola,
alineado con teóricos negros, argumenta que, aunque la raza no tiene una base
biológica, sí existe como una poderosa construcción social y política con consecuencias
históricas y presentes innegables. Fernando nos hizo reflexionar sobre cómo la
"corrección política", al buscar términos más "amables",
corre el riesgo de ocultar la dominación subyacente que el vocablo
"raza" denuncia. Si dejamos de nombrar la raza, nos advertió,
corremos el peligro de borrar las experiencias de opresión y de invisibilizar
las luchas de los grupos racializados, debilitando así las herramientas para
desmantelar el racismo como matriz de dominación.
De manera similar, tanto Fernando como Juan abordaron la
crítica que Almudena Hernando realiza al concepto de "masculinidad".
Almudena, al cuestionar la existencia de posgrados en masculinidades pero no en
"nuevas feminidades", argumenta que el término en sí mismo es
patriarcal, ya que agrupa a todas las masculinidades bajo un mismo paraguas.
Esta crítica nos hizo pensar mucho. Sin embargo, Juan nos ayudó a aclarar la
postura de Stola: si bien él reconoce la validez de esa crítica, considera que
el término sigue siendo una herramienta útil. Para Stola, el concepto de
masculinidad es un instrumento analítico que nos permite "visualizar una
situación de dominación" que ha sido naturalizada a lo largo de la
historia. Juan concluyó que dejar de usar el término de manera abrupta podría
dificultar la identificación de los mecanismos de poder que operan en los
varones y en la sociedad en general. La conclusión de esta discusión fue clara
para todos nosotros: el lenguaje es un campo de batalla en sí mismo, y su uso debe
ser consciente, estratégico y alineado con los objetivos de la lucha contra la
dominación.
Desafíos en la Aplicación Práctica y la Naturaleza del Poder
El debate académico y político se aterriza en la realidad
con la intervención de Jime, que nos relató su experiencia al intentar llevar
la teoría de la clase a la práctica en un taller de masculinidades con
adolescentes. Ella describió la situación como un "caos" y "un
viaje", una confesión que resonó con la dificultad que todos hemos
experimentado en la intervención social. Su testimonio fue valioso porque nos
puso de manifiesto la enorme brecha entre el aula teórica y la complejidad de
las interacciones humanas. A pesar de las dificultades iniciales, Jime nos dijo
que la experiencia fue "buenísima", ya que abrió "un montón de
puertas para laborar". Esto ilustra una de las lecciones más importantes
que hemos aprendido: el proceso de cambio, tal como se mencionó en la clase, es
"no apto para ansiosos" y requiere una enorme dosis de paciencia, ya
que los resultados pueden tardar años en manifestarse. Su relato nos subrayó
que la teoría no es un manual de instrucciones, sino un conjunto de
herramientas que deben ser adaptadas, probadas y, en ocasiones, reelaboradas en
el campo de acción.
Por su parte, Facundo introdujo un desafío conceptual y
práctico crucial que nos hizo pensar a todos: la educación popular y el
feminismo. Él nos planteó que el conocimiento no debe ser un objeto de posesión
personal, sino que debe ser "despersonalizado" y construido de forma
colectiva. Facundo enfatizó que las lógicas de dominación son
"transversales a todas las identidades", y que incluso en los
espacios que consideramos "contrahegemónicos", podemos reproducir
dinámicas patriarcales, como el monopolio de la palabra. Su intervención nos
resaltó la importancia de la auto-interpelación y el reconocimiento de nuestro
propio privilegio como condición necesaria para construir alternativas
genuinas. La verdadera transformación no radica solo en señalar la opresión
externa, sino en ser capaces de ver cómo los patrones de dominación se han
arraigado en nuestras propias formas de pensar y actuar.
Finalmente, Juani, desde su formación en sociología, nos
aportó una perspectiva más teórica sobre el poder. Él cuestionó si el objetivo
final de nuestras luchas es la disolución del poder o su distribución,
argumentando que el conflicto y la relación dominado-dominante son
"constitutivos" de las relaciones sociales. Juani valoró el enfoque
de la clase en las relaciones de poder por sobre una mirada puramente
identitaria, sugiriendo que la dominación se manifiesta a través de diversas
dinámicas, como las diferencias económicas, incluso si se superan las lógicas
de género. Esta reflexión complejizó aún más nuestro debate, impidiendo que la
lucha se redujera a una simple batalla entre géneros y recordándonos la
interseccionalidad de las opresiones.
Miedo, Enojo y la Tarea Pendiente
El documento de la clase de lectura nos hizo sentir de forma
muy vívida una sensación recurrente entre nosotros: la alerta y preocupación
que genera el avance de la nueva derecha y su vínculo con modelos de
masculinidad hegemónica. Esto nos despertó sensaciones de "miedo, enojo y
reacción", así como la "impresión" ante la "crueldad"
que observamos en ciertos contextos políticos. La clase de Stola, al ofrecernos
un marco conceptual para entender estos fenómenos, actuó como una herramienta
para canalizar estas emociones en una respuesta política y social. Para
nosotros, el "miedo" se convirtió en una alarma, el "enojo"
en un motor para la acción y la "reacción" en una respuesta
organizada. Esta dimensión emocional fue clave, ya que la política no se vive
únicamente desde la razón, sino también desde las sensaciones que generan las
injusticias.
A pesar de la dificultad que implica confrontar estas
lógicas, existe una fuerte convicción de que estamos asumiendo una "tarea
pendiente" en los activismos y la academia. Esta tarea no es solo teórica,
sino eminentemente práctica. Implica la construcción de nuevas formas de
masculinidad que no se basen en la dominación y el goce del poder, sino en la
empatía, el cuidado y la colaboración. La diplomatura, en este sentido, se
presenta como un espacio de entrenamiento para esta tarea, un lugar donde
nosotros, como participantes, podemos procesar nuestras propias contradicciones
y adquirir las herramientas necesarias para la acción.
El Rol de la Academia y el Activismo en la Diplomatura
El espacio de la diplomatura es valorado por todos nosotros
porque fomenta un "intercambio" y un "aprendizaje
efectivo". Esto se logra, en parte, porque nos permite no solo integrar
los conocimientos de Stola, sino también procesar nuestras propias
contradicciones. La emotividad se manifiesta constantemente en nuestras
intervenciones, desde la frustración que sentimos por las resistencias que
encontramos en el trabajo de campo hasta la profunda satisfacción de abordar
temas cruciales que pocos quieren enfrentar. El formato de clase de lectura es
ideal para este propósito, ya que el diálogo nos permite que las ideas se
construyan y deconstruyan en tiempo real. La academia, en este contexto, no es
una torre de marfil, sino una plataforma para el activismo.
Al integrar las discusiones sobre el patriarcado, el
racismo, el neoliberalismo y la tecnología, nuestra diplomatura nos ofrece una
mirada holística de la dominación. Mis compañeros, al escuchar las exposiciones
de Stola y al confrontarlas con sus propias reflexiones, comprenden que la
lucha contra el patriarcado no puede ser un asunto aislado. Las intervenciones
de Fernando, Juan, Facundo, Jime y Juani demuestran que la interseccionalidad
no es solo un concepto teórico, sino una realidad palpable en el activismo, en
la política y en la vida cotidiana. La riqueza de este diálogo es la mejor
prueba de que el enfoque de la diplomatura logra su objetivo principal:
formarnos como individuos capaces de pensar críticamente y de actuar de manera
transformadora.
Conclusión: Un Diálogo en Constante Construcción
En resumen, la clase de lectura de la diplomatura de
masculinidades es mucho más que una simple revisión de conceptos. Es un espacio
donde la defensa de nuestros referentes académicos se articula con la crítica
al lenguaje, donde los desafíos de la aplicación práctica de la teoría se
confrontan con las dinámicas del poder y donde nuestras emociones de miedo y
enojo se convierten en el motor para una "tarea pendiente".
Las intervenciones de todos nosotros, desde Laura hasta
Juani, demuestran la complejidad del pensamiento y la acción en el campo de los
estudios de género. La diplomatura no solo nos ofrece un marco conceptual, sino
que también fomenta una cultura de la reflexión y el intercambio. Al final, lo
que nos queda claro es que la lucha por la liberación del género, tal como la
concibe Stola, es una lucha por la liberación de todos los modos de dominación
existentes. Y el camino hacia esa liberación es un diálogo en constante
construcción, donde cada voz, cada duda y cada experiencia tienen un lugar
vital. El aprendizaje no es la meta, sino el proceso de seguir dialogando,
cuestionando y construyendo un mundo más justo y equitativo para todos.
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