sábado, 16 de agosto de 2025

De la negación a la afirmación: Reconstruyendo la identidad masculina

 

La masculinidad tradicional heterosexual, definida en gran medida por el miedo a ser percibido como mujer, niño u homosexual, impone un conjunto de negaciones que tienen profundas implicaciones en la salud mental de los varones. Este modelo, no construye hombres fuertes, sino crea una identidad frágil y tenue, como señalan Bonino Méndez (2002) y Kimmel (1998). La constante supresión de rasgos asociados a lo femenino —como la ternura, la compasión o la emocionalidad— lleva a una desconexión interna que Córdoba (2019) describe como una "mutilación deshumanizadora" y un "caparazón afectivo". Este ideal de masculinidad, inalcanzable y fantaseado, genera en los hombres confusión, dolor y la sensación de "impotencia vital", según Kimmel (1998), afectando directamente su autoestima y dejando una herida narcisista.

Las consecuencias del modelo hegemónico exceden el ámbito psicológico y se extienden a los modos en que los varones se vinculan. Las vemos en algunos rasgos conductuales que a continuación enfocamos. La necesidad de validación homosocial, es decir, la aprobación de otros hombres somete al varón a una constante presión para demostrar su virilidad, lo que dificulta la construcción de vínculos emocionales profundos y fomenta la competencia, como afirma Córdoba (2019). El repudio de lo femenino y la homofobia son mecanismos de defensa que contribuyen al sexismo, la misoginia y el heterosexismo, creando un estilo vincular inestable y confrontativo, según Bonino Méndez (2002). Además, la imposición de ser autosuficiente e invulnerable lleva a los varones a aislarse y a no pedir ayuda, incluso en situaciones graves, limitando su capacidad de interdependencia, como lo expresaban en la Conferencia de la Diplomatura en Masculinidades (Córdoba y Casals 2025).

Si hablamos del cuerpo, en el ámbito de la salud física, la "cultura del aguante" y la asociación de la "hombría" con la capacidad de correr riesgos y soportar el dolor se traducen en comportamientos de riesgo y en el descuido de la propia salud, lo que aumenta la morbilidad y la mortalidad masculina, según Bonino Méndez (2002). Este modelo de masculinidad hegemónica es, en sí mismo, un "factor de riesgo para la salud y la vida propia y ajena", propiciando enfermedades somáticas y psicológicas. La imposición de esta masculinidad a través de prácticas de castigo e injuria, como el uso de apelativos despectivos, "instituye" en la psique mandatos que promueven comportamientos temerarios y dañinos, como señala Casals (2013).

A continuación, cito escena de un pequeño cuento a partir de etnografías propias sobre varones en contexto rural en la región sur este de Salta. A modo de ilustrar la cultura del aguante y la hombría.

La lluvia no daba tregua. Caía sobre la camioneta roja, sobre la gris, sobre los árboles, sobre el barro que ya había transformado el suelo en una masa espesa y traicionera. Adentro, Marcos, Julio y Gustavo apenas se escuchaban. El motor de la camioneta roja, la de Marcos, rugía con furia, intentando aferrarse al camino de tierra. Los tres se miraban, sus rostros iluminados a ratos por la luz del tablero. 

Marcos sentía la tensión en su mandíbula. El terreno, que conocían de memoria, era ahora una trampa resbaladiza de pendientes pronunciadas y pozos invisibles. En la oscuridad, solo los faros lograban perforar un poco de la impenetrable noche. Sabía que la cacería de los chanchos se había convertido en un riesgo innecesario, una apuesta al azar que su orgullo no le permitía dejar. La imagen de los cerdos, ya cazados, en la caja de la camioneta de Julio, le recordaba que no podían volver con las manos vacías.

El recuerdo del texto que habían discutido el día anterior en el fogón, "La masculinidad tradicional...", se coló en su mente. Le molestaba la idea de que su deseo de demostrar valentía fuera una "identidad frágil y tenue". Le molestaba aún más que lo que sentía ahora, ese miedo latente a que algo saliera mal, lo calificaran como una "mutilación deshumanizadora". La "cultura del aguante" le pesaba. Julio y Gustavo, sentados a su lado, seguramente sentían lo mismo. No había lugar para la ternura o la compasión en esa noche. Solo la necesidad de demostrar que eran capaces.

 

De repente, la rueda delantera derecha patinó. La camioneta se inclinó, el corazón de los tres se disparó. Marcos giró el volante con desesperación. La camioneta se sacudió, el barro salpicó los cristales. Por un momento, creyeron que volcarían. El aliento quedó atrapado en sus gargantas. Marcos pensó en su esposa, en sus hijos, en la ridiculez de arriesgar la vida por una cacería. Pero la noción de ser "cobarde" era un peso más grande que el riesgo de la muerte. La camioneta se enderezó. El motor seguía rugiendo, los faros alumbraban la noche. El silencio se instaló. La lluvia seguía cayendo. Y la cacería continuaba.

FFrente a este panorama, las "masculinidades positivas" proponen un camino alternativo, buscando construir una identidad basada en la afirmación y no en la negación, como se plantea en el trabajo de Comba. Esto implica promover la autenticidad y la emocionalidad, permitiendo a los varones ser "disidentes de la masculinidad hegemónica" (Conferencia Diplomatura en Masculinidades, Córdoba y Casals 2025) y hablar de sus miedos y vulnerabilidades sin ser juzgados. El objetivo es conectar a los hombres con sus propias emociones y deseos, educándolos en el "placer que genera cuidar a otros" (Bonino Méndez, 2002) y en la noción de que la expresión emocional es un derecho humano.

Las masculinidades positivas impulsan la afirmación de relaciones equitativas y de cuidado, fomentando la corresponsabilidad en las tareas domésticas y de crianza, desmitificando la idea de que los varones "no saben cuidar" (Promundo, 2017). Se busca que los hombres sean "aliados activos" en la lucha por la igualdad de género (Bonino Méndez, 2002), desafiando el "corporativismo viril" y la homofobia. Y promueven también la responsabilidad y la justicia social, invitando a los varones a "desnormalizar" las normas hegemónicas y a reconocer sus privilegios patriarcales (Promundo, 2017). Se alienta la creación de nuevas identidades no rígidas que valoren el "bienestar y el desarrollo compartido" en lugar de la dominación (Bonino Méndez, 2002).

Sucede que la masculinidad tradicional, construida sobre el miedo, tiene efectos perjudiciales para la salud mental, relacional y física de los varones. Asi como las "masculinidades positivas" proponen un modelo de identidad basado en la afirmación, la emocionalidad, la equidad y la responsabilidad social, abriendo el camino hacia una masculinidad más sana y plena para los propios hombres y para todxs.

 

Citas

Bonino Méndez, L. (2002). Los varones ante el problema de la igualdad con las mujeres. En Lomas, C. (ed) ¿Todos los hombres son iguales? Identidad masculina y cambios sociales. Barcelona: Paidós.

Kimmel, M. (1998). Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina. En: Valdés, T. y Olavarría, J. (ed.) Masculinidad/es: poder y crisis. FLACSO.

Córdoba, MG (2019). Representaciones sociales e identidad viril: un estudio tucumano de las prácticas instituyentes de masculinidad. Revista Temas de Mujeres 15. Vol 15, n°15. CEHIM

Casals, Darío y Córdoba, Gabriela (2025) Conferencia "La incomodidad de trabajar masculinidades. Un desafío profesional y personal para intervenir con varones". UNT, Secretaría de Posgrado e Investigación. https://youtu.be/gMOVhsqZmMo Revisado 15 agosto 2025.

Ibarra Casals, D. (2013). Misoginia Masculina: Expresión y Etiología de la Misogina en la Intersubjetividad Heterosexual. CONEXOES PSI. v. 1, n. 1, p. 77-93, jan./jun. 2013.

IPPF/WHR y Promundo (2017) Estado de la paternidad: América Latina y el Caribe 2017. IPPF/RHO, Promundo-US. 

Comba, S. (2021). Introducción al trabajo con varones que ejercen violencia: Lo que hay que tener en cuenta para la intervención profesional. Ministerio de la Mujer de la provincia de Córdoba

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