La tercera clase de la Diplomatura en Teorías y Técnicas de
Abordaje de las Masculinidades, impartida por la Universidad Nacional de
Tucumán en 2025 bajo la coordinación de Gabriela Córdoba y Darío Casal, se ha
constituido en un espacio de profunda reflexión y análisis crítico sobre la complejidad
de la identidad masculina, sus mandatos hegemónicos y los movimientos que
emergen en respuesta a los cambios sociales contemporáneos. Esta sesión,
central para comprender cómo las teorías y prácticas de las masculinidades
impactan en las intervenciones profesionales, ha enfatizado la intrínseca
conexión entre lo que se piensa y lo que se hace, partiendo de la premisa de
que "lo que pensamos va a tener efectos en lo que hacemos".
Contenidos:
I. El Andamiaje de la Identidad Masculina: Una Construcción Social Costosa y Dinámica
II. El "Chicharito" como Espejo de la Masculinidad Hegemónica y sus Repercusiones Sociales
III. Raíces Sistémicas, Movimientos y Tensiones en los Estudios de Masculinidades
IV. Navegando las Tensiones: La Complejidad de "Hermana, Yo Te Creo" y la Justicia en las Masculinidades
Conclusión: Navegando las Tensiones Hacia una Justicia Equitativa y Masculinidades Transformadas
Resumen de audio
La profesora Gabriela Córdoba inició la clase con un repaso
conciso de los contenidos previos, sentando las bases para una comprensión
matizada de la masculinidad. Subrayó que "hacerse hombre es un logro
social", no un proceso biológico automático, que exige una constante
conquista y merecimiento. Este proceso implica una "descontaminación de
lo femenino" a través de diversas pruebas o ritos culturales,
internalizando mandatos claros para ser un "verdadero hombre": no
ser mujer, no ser bebé y no ser homosexual. Desde el nacimiento, la
asignación de género inaugura proyectos diferenciados para varones y mujeres,
con expectativas y roles distintos que se manifiestan incluso en el color de la
luz de la ecografía.
La identidad de género, según Nancy Chodorow, es un "entramado"
o "entrecruzamiento de lo personal y lo cultural". Esta fusión de
significados subjetivos y representaciones sociales, provenientes de entornos
como la familia, la escuela o la iglesia, se da en una relación dialéctica
que, aunque influyente, nunca es simétrica. La identidad masculina se
construye en un diálogo cercano con lo que socialmente se define como
masculino, y estos mandatos hegemónicos de la virilidad se "metabolizan"
o se hacen "carne", aunque pueden ser rechazados y reformulados.
Este no es un proceso pasivo, sino dinámico y constantemente sometido a
prueba ante la sociedad, con un disciplinamiento implacable para que
los varones no se salgan de los parámetros esperados.
Este proceso tiene un "costo emocional"
significativo para los hombres. La metodología de masculinización
opera a través de la diferenciación, exclusión y negación de lo femenino,
manifestándose en la exclusión de lo débil, lo dependiente y la negación de las
propias emociones. Un "costoso pasaje" de identificación de la
madre al padre refuerza el mensaje cultural de eliminar todo rastro de
pasividad, vulnerabilidad o femineidad con frases como "los varones no
lloran" o "no seas maricón". Los modelos socioculturales son duales
y excluyentes, coaccionando a los niños a atrofiar habilidades percibidas
como femeninas. Aunque existen masculinidades en plural, a menudo se impone un
único molde, dejando "marcas o huellas" en los varones. La
masculinidad es validada o castigada según el cumplimiento de estas
expectativas.
La internalización de este modelo hegemónico conduce a
prescripciones sociales como el rechazo de la demostración afectiva,
dificultades para hablar de sentimientos, actividad compulsiva,
homofobia/misoginia, necesidad de legitimación viril por parte de los pares y
un posicionamiento jerárquico rígido con las mujeres. Esto genera miedos
internos a asociarse con lo femenino y distancia emocional consigo mismos y
con los demás. Este modelo hegemónico, descrito como una "encerrona
trágica", niega la vulnerabilidad, fomenta la autosuficiencia y el
control/dominio. La autosuficiencia masculina de origen patriarcal es
paradójica; aunque se declaran independientes, esperan servicios de quienes
los rodean. La ausencia de poder puede llevar a los varones a recurrir a la violencia
para "restaurar su credencial de macho".
Sin embargo, la profesora Córdoba enfatiza que estas
determinaciones de género pueden ser "ratificadas o reformuladas
singularmente por el sujeto". Esto abre un espacio para la
"libertad subjetiva" y la "capacidad de agencia",
permitiendo que la identidad masculina se movilice y surjan ambigüedades,
momentos clave para la intervención. Diferentes marcos teóricos abordan esta
capacidad de decidir: la mirada tradicional que enfatiza la imposición social
frente a enfoques más contemporáneos como el crítico, interseccional y de
género y derechos humanos, que promueven la transformación, la diversidad y
la agencia individual. La reformulación de la masculinidad hegemónica por
Connell y Messerschmidt también apoya esta visión, reconociendo múltiples
patrones y jerarquías no estáticas.
Para trabajar con varones, es crucial comprender cómo las
representaciones de lo masculino actúan como "materia prima"
para su identidad. Sin embargo, el concepto de masculinidad hegemónica a menudo
se simplifica a un mero sinónimo de machismo, ignorando las desigualdades que
también atraviesan a los varones. La internalización de esta masculinidad
hegemónica se traduce en la negación de la vulnerabilidad, una
autosuficiencia omnipotente y una necesidad de control y dominio. La
profesora Córdoba identifica cuatro ideologías clave que se entrecruzan en
la constitución de la masculinidad: la patriarcal (jerarquía hombre-mujer),
la individualista de la modernidad (autosuficiencia, violencia como respuesta),
la de la exclusión y subordinación de la otredad (disciplinamiento viril) y la
del heterosexismo homofóbico (presión por la heterosexualidad, homofobia).
La segunda parte de la clase se centró en el análisis de la
masculinidad hegemónica a través de un video del exfutbolista mexicano
conocido como "Chicharito". Este video, que generó un intenso
debate en los grupos de trabajo, fue presentado como un "corto y pego
de lo que es la masculinidad hegemónica" y un "reflejo de esa
sociedad".
El discurso del "Chicharito" establecía roles
de género tradicionales y rígidos:
- Para
las mujeres, el mensaje era de "fracaso" por "erradicar
la masculinidad", instándolas a "encarnar su energía
femenina" dedicándose al cuidado, la nutrición, la limpieza y el
"sostenimiento del hogar". Se les pedía "permitirse ser
lideradas por un hombre".
- Para
los hombres, el discurso hablaba de una "falla" en el
compromiso y la necesidad de "volvernos admirables", pero
también de "miedo a hablar y expresarnos verdaderamente de lo que
sentimos".
Los grupos de trabajo y la profesora Córdoba identificaron
varias dimensiones críticas en este discurso:
- Roles
de Género Tradicionales y Rígidos: Se evidenció una división estática
y binaria, ubicando a la mujer en el espacio doméstico y al hombre en el
público como proveedor.
- Demonización
de las Mujeres y Narrativa de Restauración: El mensaje "demoniza
a las mujeres", haciéndolas "responsables de todo lo que está
pasando", lo que se asoció a una "narrativa de
restauración" de masculinidades "agraviadas o en crisis"
por los avances feministas.
- Exclusión
de la Otredad y Binarismo Rígido: El video promovía un "mensaje
muy binario", sin "posibilidad de otra sexualidad, de otra
forma de masculinidad", excluyendo a las "diversidades" y
reforzando una normatividad hegemónica.
- Legitimación
de la Asimetría de Poder: La idea de que las mujeres deben
"permitirse ser lideradas por un hombre" se interpretó como una legitimación
de la asimetría de poder, presentada como un "complemento
armonioso".
- Discurso
Neoconservador Camuflado: Se identificó como un "discurso
neoconservador y machista", que utilizaba lenguaje de
"espiritualidad y coaching relacional" para "camuflar"
o "disfrazar" el modelo hegemónico, haciéndolo más
aceptable.
- Esencialismo
de Género: El video respondía a "definiciones esencialistas
del género", atribuyendo a hombres y mujeres una "naturaleza
fija e inmutable" para justificar sus roles "naturales".
- Costo
para los Varones: A pesar de la postura de dominio, el discurso
también revelaba la presión sobre los varones para ser
"admirables" y "proveedores", y la dificultad de
expresar emociones sin ser castigados.
- Impacto
Social y Contradicciones: A pesar de ser un "producto de una
sociedad", el discurso generó "memes burlándose"
y fue percibido como una "amenaza". La contradicción
entre el mensaje y la vida personal del "Chicharito"
(divorciado, hijos con la madre) fue un punto clave, sugiriendo que el
mensaje podía ser puro "marketing" con intereses políticos y
económicos.
La intervención del profesor Darío Casal posterior a la
exposición de los grupos fue crucial para contextualizar el impacto del video.
Casal enfatizó que, a pesar de los 6 millones de seguidores del
"Chicharito", "no se habilita a cualquier discurso
neoconservador y machista". Citó como pruebas de esta resistencia las declaraciones
de la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum (una "presidenta de
izquierda"), y el retiro del patrocinio de la marca Puma. Casal
lamentó la ausencia de "un varón con la autoridad, con la jerarquía que
tiene la presidenta de México a hacer ninguna declaración al respecto",
subrayando la necesidad de voces masculinas influyentes que desafíen estos
discursos.
El profesor Darío Casal expandió el análisis hacia las raíces
sistémicas de la desigualdad, presentando una infografía que ilustra cómo
el capitalismo (base económica) se apoya en dos pilares ideológicos: el patriarcado
(sistema de poder de género) y el neoliberalismo (ideología del mercado
y el individualismo). Este entramado genera consecuencias psicológicas y
sociales como el pensamiento binario y la "destrucción de la
razón", volviendo el sistema "tangible" en los cuerpos y las
identidades de hombres y mujeres. Mientras a los hombres el sistema les otorga "poder
y privilegios" (con el costo de roles rígidos y limitaciones
emocionales), a las mujeres les asigna un "rol también complicado".
Casal estableció un punto de partida crítico para el estudio
de las masculinidades, basado en cinco pilares:
- Relación
de poder: Una dinámica jerárquica acentuada por el sistema patriarcal,
capitalista y neoliberal.
- Mayores
privilegios para los varones: Los varones poseen mayores privilegios
que las mujeres en la misma situación, aunque con costos.
- Diversas
maneras de ser hombre en Occidente: No todas gozan de reconocimiento
social, y quienes se apartan de la norma son cuestionados.
- El
conflicto principal: La homofobia y la dificultad para considerar a
las mujeres como iguales.
- Lo
que mata en Occidente: La misoginia y la competencia masculina, que se
traduce en violencia contra las mujeres y entre los propios hombres.
Darío Casal también abordó las reacciones masculinas ante
la lucha por la igualdad, basándose en Luis Bonino Méndez:
- Contrarios
a los cambios: Perciben el feminismo como una "amenaza
directa" a su poder y privilegios, buscando un "backlash"
o retroceso violento y culpabilizando a las mujeres.
- Favorables
a los cambios (Profeministas): Comprenden que el patriarcado oprime a
mujeres y limita a varones, buscando una masculinidad positiva, inclusiva
y diversa. Promueven la reflexión, educación y acción contra la violencia
de género.
- Ambivalentes
frente al cambio: Expresan apoyo a la igualdad, pero en la práctica
reproducen el patriarcado por "disonancia cognitiva", sin
desprenderse de sus privilegios.
Casal utilizó la metáfora del iceberg para describir
los movimientos de varones. La punta visible son los discursos progresistas
(academia, militancia, medios) que promueven la igualdad. La parte sumergida,
mucho más grande, es el "backlash" o retroceso violento, que
busca deslegitimar el feminismo. Este backlash se manifiesta en:
- Uso
de términos progresistas vacíos: Como "deconstrucción" sin
cuestionar el patriarcado o privilegios.
- Culpabilización
del feminismo: Creando una "narrativa de guerra entre los
sexos" que niega las desigualdades de poder.
- Negación
del enfoque de género: Inventando una "ideología de género"
para deslegitimar el campo. Casal ejemplificó con grupos en Uruguay que
niegan la "ideología de género".
También se describieron movimientos específicos: mitopoético
(búsqueda emocional sin base en la historia de las mujeres), de derechos de
los hombres (sin perspectiva de género, como el "SAP"), fundamentalista
(resistencia al cambio, jerarquía de género), antisexistas (combate al
sexismo, apoyo feminista) y mediático en la retórica de los nuevos varones
(cuestionamiento sutil con lenguaje estratégico).
La consulta del estudiante Daniel Mansilla, sobre cómo
desarrollar teóricamente el empoderamiento femenino en un caso real, ilustró la
tensión entre teoría y práctica en el ámbito judicial. Su pregunta sobre
la dificultad de generar "pruebas" para que un hombre "se
defienda de no ser violento" y el "peso estigmatizante" de las
medidas cautelares resonó con las discusiones sobre el backlash, el binarismo
fundamentalista y el punitivismo. Casal reconoció que es un "tema poco
hablado, poco cuestionado, porque no es políticamente correcto",
justificando la derivación a un diálogo privado.
Finalmente, Casal delineó los marcos teóricos para la
igualdad de género y derechos humanos, proponiendo un trabajo que no solo
busque proteger a las mujeres, sino también apoyar a los varones para que
construyan una masculinidad saludable y mejoren su calidad de vida. La deconstrucción
masculina "nos beneficia a nosotros [los varones] muchísimo, no solamente
a las mujeres".
La tercera parte de la clase culminó con una profunda
exploración de los "arcos de tensión" que definen el campo de
estudio de las masculinidades, entendidos como dinámicas conflictivas entre
dos polos opuestos donde se busca fluctuar sin quedarse rígidamente en uno.
Se presentaron varios arcos de tensión clave:
- Propósito
de los grupos para varones que ejercen violencia: Entre "solamente
para proteger a las mujeres" (criticado por Casal como
esencialista y binario, al no permitir que el varón se sienta "sujeto
de derecho") y "solamente para beneficiar a los hombres y
potenciar sus privilegios". La postura intermedia busca la igualdad
de derechos y oportunidades para todas las personas, con foco en
hombres y niños, promoviendo una masculinidad saludable y una mejora en la
calidad de vida de los varones.
- "Hombres
Violentos" vs. "Hombres Inmaculados": Casal objeta la
etiqueta de "hombres violentos" por su rigidez y la inexistencia
de "hombres inmaculados". La propuesta es el cuestionamiento
permanente de las prácticas en pos del cambio.
- "Mujeres
Víctimas de Violencia" vs. "Mujeres Inmaculadas": Este
arco fue el centro de un debate crucial sobre la frase "Hermana,
yo te creo". Casal expresó su desacuerdo si la frase implica una
verdad absoluta que anula cualquier investigación, abogando por el análisis
"caso por caso" y la observación del "nivel de
empoderamiento de las mujeres" sin caer en narrativas binarias.
Ofelia Churquia intervino para contextualizar el valor histórico y
político de "Hermana, yo te creo" como una respuesta
feminista a la desacreditación de las mujeres, distinguiéndolo del debido
proceso legal. La profesora Gabriela Córdoba profundizó en esta tensión,
definiendo el "creerle a la víctima" como un "acto
político" de presunción de veracidad inicial para proteger a la
denunciante y evitar su revictimización. Propuso un "tercer
arco": "escuchar y acompañar con respeto, investigando sin
revictimizar". Subrayó que el empoderamiento no es lineal y
destacó la importancia del apoyo post-denuncia, la necesidad de discernir
"intencionalidades de daño" o "contradicciones", e
instó a hacer "preguntas válidas para proteger, para verificar,
para garantizar justicia". María Gutiérrez añadió una dimensión
crítica desde la práctica judicial, señalando cómo las medidas de
protección civil "para siempre" pueden estigmatizar a los
varones al no permitirles probar su no-violencia o su cambio de
pautas, generando una "frustración profesional y social" ante la
ausencia de mecanismos procesales que equilibren el sistema para ambos
géneros.
- "Punitivismo"
vs. "No Involucrarse": Casal criticó la actitud punitivista
de "acusar, castigar, discriminar" sin investigación,
ejemplificado en la "cancelación" del "Chicharito".
Propuso, en cambio, apoyar y reeducar a los varones denunciados o
cuestionados, buscándolos como aliados en lugar de marginarlos, pues
el punitivismo "no nos conduce a nada".
La discusión en esta tercera parte de la clase ha explorado
profundamente los "arcos de tensión" inherentes a los debates
contemporáneos sobre la violencia de género y las masculinidades, centrándose
especialmente en la frase "Hermana, yo te creo". Si bien el profesor
Casal inició el debate cuestionando la adopción acrítica de esta consigna,
abogando por el análisis caso por caso para evitar un pensamiento binario que
asuma la "mujer inmaculada" o el "hombre violento", las
intervenciones de las estudiantes y la profesora Córdoba complejizaron esta
postura. Ofelia Churquia subrayó el valor histórico y político de la frase como
una respuesta feminista ante la desacreditación de las experiencias de las
mujeres, destacando su rol como una estrategia para establecer "ciertas
formas de una historicidad" y construir discursos de lucha. La profesora
Gabriela Córdoba profundizó en esto, definiendo el acto de "creerle a la
víctima" como un acto político inicial de presunción de veracidad para protegerla
y evitar su revictimización, proponiendo un "tercer arco" que
equilibre la protección con la investigación respetuosa y sin revictimización,
reconociendo la importancia del apoyo posterior a la denuncia y la validez de
"preguntas válidas para proteger, para verificar, para garantizar
justicia".
La estudiante María Gutiérrez añadió una dimensión crítica
desde la práctica judicial, señalando cómo las medidas de protección civil
"para siempre" pueden estigmatizar a los varones al no permitirles
probar su no-violencia o su cambio de pautas, generando una frustración profesional
y social ante la ausencia de mecanismos procesales que equilibren el sistema
para ambos géneros. En síntesis, esta sección enfatiza la necesidad de
trascender las posturas punitivistas o de aceptación acrítica, promoviendo una reflexión
constante y un abordaje matizado que busque tanto la protección inmediata de
las víctimas como la re-educación y el apoyo de los varones para construir
masculinidades saludables y mejorar su calidad de vida. El debate resalta
que no se trata de justificar la violencia, sino de encontrar el equilibrio
para trabajar terapéuticamente y socialmente con todas las personas
involucradas, reconociendo la complejidad de cada situación. La clase, en su
conjunto, ha sido una invitación a la deconstrucción continua, a la revisión de
los propios sesgos y a la búsqueda de soluciones integrales que aborden las
profundas raíces sistémicas de la desigualdad de género, sin caer en
simplificaciones que perpetúen la violencia o ignoren la necesidad de una
justicia equitativa para todas las personas.